El niño Sagitario
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El niño Sagitario
Cerca de nuestra casa hay un perrillo tan lindo...
Un terrier pequeñito, de ojos brillantes, sabes,
¡y con pelo castaño, tan largo y rizado!
Y va a buscar las cosas cuando se las arrojas,
y se sienta para pedir comida
y hace toda clase de cosas, tantas
que ni la mitad de ellas recuerdo.
En el edificio donde vivo hay una muchacha irlandesa de pelo oscuro, que nació en diciembre; toca la guitarra, y a veces compone canciones. Una vez escribió un verso que me pareció fabuloso, pero el resto de la letra no le salía. Con semejante comienzo, no tenía por que preocuparse: “Me saludaste, agitando tu corazón como un pañuelo...”.
Esta extraña frase resume lo que son todos los Sagitario, desde que nacen hasta que alcanzan los cien años; el calendario no importa. De todas maneras, no crecen jamás. Fíjate bien en tu hijita Sagitario y veras si no agita su corazón como un pañuelo, o como el rabo de un perro grande y amistoso. Y lo mismo, con igual entusiasmo, hacen los varones de este signo, que necesitan desesperadamente ser amados por su sinceridad. Los niños Sagitario son alegres y juguetones payasos en miniatura, que cuando se sienten rechazados ríen con los ojos llenos de lágrimas. Hasta los bebés exhiben su carácter alegre y su deseo de camaradería. El niño Júpiter llorará si le dejas solo, pero lleva la cuna a la sala de estar, donde los adultos ríen y conversan, y se dormirá tranquilamente, arrullado por el murmullo cálido y tranquilizador de las voces humanas. Sus sueños serán tanto más gratos cuanto mas acogedora y familiar sea la atmósfera de amor y felicidad en que crezca. Mas adelante se desprenderá bastante de los vínculos familiares, pero mientras sea pequeño necesitará la seguridad del olor humano, de ver y oír a los humanos, de la misma manera que un cachorrito necesita que le pongas en la cesta uno de tus viejos jerseys para enroscarse cómodamente en ella. Si a un niño de este signo se le niega esta forma de íntimo contacto humano, se retraerá en sí mismo y puede volverse un tanto sarcástico. Además, se buscará un sustituto, como la frazada vieja y sucia de Linus en Charlie Brown. Puede ser un almohadón suave, que pueda abrazar, o un osito de felpa, sin orejas y sin nariz, pero para él representa la seguridad aunque te habría preferido a ti.
Los varones Sagitario ponen de manifiesto su naturaleza confiada y feliz yéndose a pasear al bosque con una caña de pescar de fabricación casera y una lata de lombrices, descalzos, silbando alegremente, dispuestos a charlar con quien encuentren y acompañados por su perro. De pequeño, Sagitario es informal, y jamás deja del todo de serlo. Las niñitas de Júpiter suelen pasar por una época en que les encantan los juegos de varones, y mientras este creciendo estarás continuamente aconsejándole que “se porte como una dama”. Pero los de este signo son chicos que tienen sus propias ideas respecto de que es lo que hace que alguien sea “una damita” o “un caballerito”. Lo primero es la sinceridad. Desnuda, sin ornamentos, brutal. La refinan hasta hacer de ella un arte, y lo mismo esperan de ti, o bien... ¿0 bien que? O bien se negarán a convertirse en dóciles esclavos que obedecen mansamente todos los caprichos de los padres.
Tu autoridad no es coto vedado para la mentalidad curiosa y franca del niño Sagitario. La obedecerá sin resistencia, si se convence de que hay lógica en tus órdenes, que deben pasar primero por el tamiz de su mente inquisitiva y razonable; si no sales con buenas notas de la prueba, te darán de lado. Y ahí te quedarás, agitando amenazante tu autoridad o tu vara, y ahí seguirá él agitando a su vez, desafiante, su sinceridad. Si eres justo y procuras ser tan sincero como él, un niño Sagitario aprenderá a respetar tus normas. Cuando sepas que estás en lo cierto, tendrás que ser firme y darle buenas y sólidas razones. Cuando te equivoques, tendrás que admitir tu error y salvar la situación con una honrada confesión de tu propia estupidez. Admitamos que muchas veces los padres insisten en que se respeten las normas que ellos imponen por su propia conveniencia, más que por el bienestar del niño. Un mocosito Sagitario olfatea esa clase de juego sucio a un kilómetro de distancia, mientras las narices se le estremecen de furia alimentada por una justa indignación. Es mejor que te prepares para explicarle con calma todas tus órdenes e indicaciones, o para cansarte de usar la vara antes de que la obstinación jupiteriana frente al castigo injustificado empiece a dar signos de debilitarse.
“La curiosidad mató al gato”: he aquí una frase que suelen usar con frecuencia quienes tienen niños nacidos en diciembre. La curiosidad de Sagitario es infinita. Empieza el día con una pregunta, y cuando se queda dormido tiene una pregunta en los labios. Cuando son muy pequeños y apenas si están aprendiendo a hablar y a explorar el ancho mundo, preguntarán cosas como: “¿Por qué no debo tocar la estufa?”, “¿por que los caramelos me estropean los dientes?”, “¿es cierto que las zanahorias rizan el pelo?”, “¿cómo es que Santa Claus necesita cartas, si es mágico?”, “¿por qué papá te hizo un guiño cuando hablabais de la segunda luna de miel, y por que dijiste que una luna es de miel?”, “¿por qué hablas como si hubiera dos lunas, cuando Billy dice que no hay mas que una?” (Billy es su hermano mayor, demasiado despabilado para su edad... y Acuario, ¡y si tienes una combinación así en tu casa, ya puedes prepararte!). Durante el almuerzo, durante la siesta, durante la cena, las preguntas zumban como moscardones. “¿Por qué dijisteis que Billy entró al cine de gorra, si yo le vi y no llevaba nada en la cabeza?” “¿Por que te contó mi osito que yo me comí los bizcochos? ¿Por qué conmigo no habla como habla contigo?”
Como verás, la mayoría de las preguntas de los niños Sagitario van dirigidas a pinchar el globo de la hipocresía adulta, o de la presunción, cuando no la mala fe lisa y llana de los mayores. De nada te servirá irritarte y vociferar: “¡Cállate la boca, que si dices una vez mas "porque" te daré una bofetada! No quiero volver a oírte esa palabra”. Volverás a oír, implacablemente, la vocecita del Arquero: “¿Por qué no?”.
Más tarde, cuando los pequeños Sagitarios sean ya mayores, las preguntas serán: “¿Por qué tengo que regresar a una hora determinada, si tú dices que tienes confianza en mi?” (y en estos niños confiarás, o por lo menos deberías hacerlo). “¿Por qué te preocupa lo que piense la gente? ¿Es que la gente te importa mas que yo?” Ahí tienes una pregunta difícil; mejor que vayas practicando la respuesta mientras le cambias los pañales. Un adolescente Sagitario jamás aceptará sin mas tus reglas, si la base de ellas es la convivencia social más que tu preocupación por su bienestar. Claro que tu insistencia en la observancia de ciertas exigencias sociales permite algunas buenas respuestas, firmes y lógicas, que ponen en juego la reputación y su inapreciable valor; pero asegúrate de que las has ensayado bien y de que suenan convincentes.
El antiguo refrán según el cual cuando los hijos son pequeños te pisan los pies, pero cuando son mayores te pisan el corazón, debió de haber sido escrito pensando en Sagitario. Es innegable que son niños desmañados, y a veces sencillamente torpes; ten una buena provisión de tiritas y de tintura de yodo en el botiquín, porque los Arqueros en miniatura tropezarán con tus pies y se te pondrán en el paso de la escoba, la aspiradora y todas las buenas intenciones que tengas. Es posible que tengas magulladuras constantes, en algún dedo del pie y en tu autoestima, pero eso no es nada comparado con las que tendrás en el corazón el día que tu vástago jupiteriano, varón o niña, le ponga firmemente el pie encima. Su necesidad de libertad es tan intensa que excluye también la liberación de las ataduras familiares, y estos niños pueden irse de casa con extraordinaria precocidad, y, a veces, pasar largas temporadas sin telefonear ni escribir. Esto puede causar algunas dolorosas puntadas en la región del esternón, pero la mejor cura para esas dolencias parentales es asegurarse, mientras Sagitario es aun pequeño, de que aprenda a respetarte por tu tolerancia y tu sentido del honor. Si eres prejuicioso y estrecho de miras, es posible que no le veas más que los días de fiesta... si tienes suerte. Pero si evitas medir a sus amigos con otro baremo que no sea el de su auténtico valor, y si le has demostrado que tienes fe en su honradez y en sus sueños, tu hijo volverá a casa a renovar su amor y a pisarte los pies, para regocijo de tu corazón. De otra manera, se quedará por ahí con su frazada o su almohadón o su osito de felpa, representados ahora por amigos que le aceptan tal como es y que tienen fe en él.
Prepárate para cuando el romance asome desde muy temprano en su rizada cabeza. Con las chicas, probablemente no será grave. No se tratará más que de los primeros ensayos de su feminidad. En cuanto a los varones, es posible que necesiten algunas clases especiales sobre el tema de los pájaros y las abejas; mas vale prevenir que curar.
También tendrás que enseñarles a economizar, porque los niños Sagitario son poco ahorradores. Tienen que aprender que cuando han gastado lo que tenían, ya no hay mas, no les ayudes a tapar agujeros. Si se gastan el dinero para el bocadillo en revistas de historietas, pues que se las arreglen durante la semana llevando a la escuela sándwiches de mermelada o de mantequilla de cacahuete. Aunque parezca un poco duro, es necesario. Algún día, las organizaciones crediticias te lo agradecerán.
Tanto a los niños como a las niñas Sagitario les gustará, probablemente, ir a la escuela. Su inteligencia polifacética y su gran curiosidad harán del aprendizaje un juego fascinante, si una rutina demasiado opaca y aburrida, y un exceso de insistencia en normas estrictas y hábitos de estudio demasiado rígidos, no acaban agotando su innata inquietud. Cuanto más progresista sea la educación que se les imparta, mejores alumnos serán los pequeños Arqueros, y con más placer estudiarán. Son inquietos, y si se les obliga a estar continuamente sentados o a refrenar su fantasiosa imaginación no tardarán en perder todo el incentivo, y -triste es decirlo- a veces de manera permanente. Si sus maestros son severos e intolerantes, o si son victimas de sistemas de enseñanza pobres en imaginación, los niños Sagitario tienden a dejar la escuela para comenzar a trabajar.
El sistema de distinciones da buenos resultados con los jóvenes Arqueros. Si se tiene confianza en él, un niño de Júpiter jamás recurrirá a ninguna forma de engaño; en caso contrario, puede llegar a la conclusión de que eso no tiene importancia. Si nadie cree en él, ¿para qué esforzarse?
Su interés por la religión puede ser profundo y muy serio. Son el tipo de niños y niñas que a muy temprana edad deciden ser sacerdotes, monjas, ministros, rabinos o misioneros en algún país extranjero. A medida que crecen ponen en tela de juicio los dogmas y es posible que, en su eterna búsqueda de la verdad, cambien de fe y de afiliación religiosa. El Cuerpo de Paz atrae invariablemente a la juventud de Júpiter: les atrae la idea de correr mundo y la ocasión de poner en práctica su idealismo. Luchar por una causa les permite desarrollar sus fuerzas. Si no tiene un hueso, es posible que un cachorrito destroce el diván o haga tiras las cortinas; un joven Sagitario sin una causa por la que luchar puede atacar una ideología con un fervor y un fanatismo tales que dañe irreparablemente su futuro.
Lleva los ojos confiadamente fijos en las estrellas, y puede ser que sufra unos tropezones por el camino, a fuerza de no advertir las rocas que se interponen en su trayecto. El pequeño Arquero es sincero e independiente; dale lugar suficiente para que practique y se ejercite con su arco. Necesita sentir la hierba bajo los pies desnudos, recibir la lluvia en la cara y asar sus sueños en los brillantes y cálidos rayos del sol hasta que estén perfectamente a punto. Ahí está, agitando como un pañuelo su corazón joven y optimista, para saludarle. Devuélvele el saludo agitando tu alegre confianza en él.
Un terrier pequeñito, de ojos brillantes, sabes,
¡y con pelo castaño, tan largo y rizado!
Y va a buscar las cosas cuando se las arrojas,
y se sienta para pedir comida
y hace toda clase de cosas, tantas
que ni la mitad de ellas recuerdo.
En el edificio donde vivo hay una muchacha irlandesa de pelo oscuro, que nació en diciembre; toca la guitarra, y a veces compone canciones. Una vez escribió un verso que me pareció fabuloso, pero el resto de la letra no le salía. Con semejante comienzo, no tenía por que preocuparse: “Me saludaste, agitando tu corazón como un pañuelo...”.
Esta extraña frase resume lo que son todos los Sagitario, desde que nacen hasta que alcanzan los cien años; el calendario no importa. De todas maneras, no crecen jamás. Fíjate bien en tu hijita Sagitario y veras si no agita su corazón como un pañuelo, o como el rabo de un perro grande y amistoso. Y lo mismo, con igual entusiasmo, hacen los varones de este signo, que necesitan desesperadamente ser amados por su sinceridad. Los niños Sagitario son alegres y juguetones payasos en miniatura, que cuando se sienten rechazados ríen con los ojos llenos de lágrimas. Hasta los bebés exhiben su carácter alegre y su deseo de camaradería. El niño Júpiter llorará si le dejas solo, pero lleva la cuna a la sala de estar, donde los adultos ríen y conversan, y se dormirá tranquilamente, arrullado por el murmullo cálido y tranquilizador de las voces humanas. Sus sueños serán tanto más gratos cuanto mas acogedora y familiar sea la atmósfera de amor y felicidad en que crezca. Mas adelante se desprenderá bastante de los vínculos familiares, pero mientras sea pequeño necesitará la seguridad del olor humano, de ver y oír a los humanos, de la misma manera que un cachorrito necesita que le pongas en la cesta uno de tus viejos jerseys para enroscarse cómodamente en ella. Si a un niño de este signo se le niega esta forma de íntimo contacto humano, se retraerá en sí mismo y puede volverse un tanto sarcástico. Además, se buscará un sustituto, como la frazada vieja y sucia de Linus en Charlie Brown. Puede ser un almohadón suave, que pueda abrazar, o un osito de felpa, sin orejas y sin nariz, pero para él representa la seguridad aunque te habría preferido a ti.
Los varones Sagitario ponen de manifiesto su naturaleza confiada y feliz yéndose a pasear al bosque con una caña de pescar de fabricación casera y una lata de lombrices, descalzos, silbando alegremente, dispuestos a charlar con quien encuentren y acompañados por su perro. De pequeño, Sagitario es informal, y jamás deja del todo de serlo. Las niñitas de Júpiter suelen pasar por una época en que les encantan los juegos de varones, y mientras este creciendo estarás continuamente aconsejándole que “se porte como una dama”. Pero los de este signo son chicos que tienen sus propias ideas respecto de que es lo que hace que alguien sea “una damita” o “un caballerito”. Lo primero es la sinceridad. Desnuda, sin ornamentos, brutal. La refinan hasta hacer de ella un arte, y lo mismo esperan de ti, o bien... ¿0 bien que? O bien se negarán a convertirse en dóciles esclavos que obedecen mansamente todos los caprichos de los padres.
Tu autoridad no es coto vedado para la mentalidad curiosa y franca del niño Sagitario. La obedecerá sin resistencia, si se convence de que hay lógica en tus órdenes, que deben pasar primero por el tamiz de su mente inquisitiva y razonable; si no sales con buenas notas de la prueba, te darán de lado. Y ahí te quedarás, agitando amenazante tu autoridad o tu vara, y ahí seguirá él agitando a su vez, desafiante, su sinceridad. Si eres justo y procuras ser tan sincero como él, un niño Sagitario aprenderá a respetar tus normas. Cuando sepas que estás en lo cierto, tendrás que ser firme y darle buenas y sólidas razones. Cuando te equivoques, tendrás que admitir tu error y salvar la situación con una honrada confesión de tu propia estupidez. Admitamos que muchas veces los padres insisten en que se respeten las normas que ellos imponen por su propia conveniencia, más que por el bienestar del niño. Un mocosito Sagitario olfatea esa clase de juego sucio a un kilómetro de distancia, mientras las narices se le estremecen de furia alimentada por una justa indignación. Es mejor que te prepares para explicarle con calma todas tus órdenes e indicaciones, o para cansarte de usar la vara antes de que la obstinación jupiteriana frente al castigo injustificado empiece a dar signos de debilitarse.
“La curiosidad mató al gato”: he aquí una frase que suelen usar con frecuencia quienes tienen niños nacidos en diciembre. La curiosidad de Sagitario es infinita. Empieza el día con una pregunta, y cuando se queda dormido tiene una pregunta en los labios. Cuando son muy pequeños y apenas si están aprendiendo a hablar y a explorar el ancho mundo, preguntarán cosas como: “¿Por qué no debo tocar la estufa?”, “¿por que los caramelos me estropean los dientes?”, “¿es cierto que las zanahorias rizan el pelo?”, “¿cómo es que Santa Claus necesita cartas, si es mágico?”, “¿por qué papá te hizo un guiño cuando hablabais de la segunda luna de miel, y por que dijiste que una luna es de miel?”, “¿por qué hablas como si hubiera dos lunas, cuando Billy dice que no hay mas que una?” (Billy es su hermano mayor, demasiado despabilado para su edad... y Acuario, ¡y si tienes una combinación así en tu casa, ya puedes prepararte!). Durante el almuerzo, durante la siesta, durante la cena, las preguntas zumban como moscardones. “¿Por qué dijisteis que Billy entró al cine de gorra, si yo le vi y no llevaba nada en la cabeza?” “¿Por que te contó mi osito que yo me comí los bizcochos? ¿Por qué conmigo no habla como habla contigo?”
Como verás, la mayoría de las preguntas de los niños Sagitario van dirigidas a pinchar el globo de la hipocresía adulta, o de la presunción, cuando no la mala fe lisa y llana de los mayores. De nada te servirá irritarte y vociferar: “¡Cállate la boca, que si dices una vez mas "porque" te daré una bofetada! No quiero volver a oírte esa palabra”. Volverás a oír, implacablemente, la vocecita del Arquero: “¿Por qué no?”.
Más tarde, cuando los pequeños Sagitarios sean ya mayores, las preguntas serán: “¿Por qué tengo que regresar a una hora determinada, si tú dices que tienes confianza en mi?” (y en estos niños confiarás, o por lo menos deberías hacerlo). “¿Por qué te preocupa lo que piense la gente? ¿Es que la gente te importa mas que yo?” Ahí tienes una pregunta difícil; mejor que vayas practicando la respuesta mientras le cambias los pañales. Un adolescente Sagitario jamás aceptará sin mas tus reglas, si la base de ellas es la convivencia social más que tu preocupación por su bienestar. Claro que tu insistencia en la observancia de ciertas exigencias sociales permite algunas buenas respuestas, firmes y lógicas, que ponen en juego la reputación y su inapreciable valor; pero asegúrate de que las has ensayado bien y de que suenan convincentes.
El antiguo refrán según el cual cuando los hijos son pequeños te pisan los pies, pero cuando son mayores te pisan el corazón, debió de haber sido escrito pensando en Sagitario. Es innegable que son niños desmañados, y a veces sencillamente torpes; ten una buena provisión de tiritas y de tintura de yodo en el botiquín, porque los Arqueros en miniatura tropezarán con tus pies y se te pondrán en el paso de la escoba, la aspiradora y todas las buenas intenciones que tengas. Es posible que tengas magulladuras constantes, en algún dedo del pie y en tu autoestima, pero eso no es nada comparado con las que tendrás en el corazón el día que tu vástago jupiteriano, varón o niña, le ponga firmemente el pie encima. Su necesidad de libertad es tan intensa que excluye también la liberación de las ataduras familiares, y estos niños pueden irse de casa con extraordinaria precocidad, y, a veces, pasar largas temporadas sin telefonear ni escribir. Esto puede causar algunas dolorosas puntadas en la región del esternón, pero la mejor cura para esas dolencias parentales es asegurarse, mientras Sagitario es aun pequeño, de que aprenda a respetarte por tu tolerancia y tu sentido del honor. Si eres prejuicioso y estrecho de miras, es posible que no le veas más que los días de fiesta... si tienes suerte. Pero si evitas medir a sus amigos con otro baremo que no sea el de su auténtico valor, y si le has demostrado que tienes fe en su honradez y en sus sueños, tu hijo volverá a casa a renovar su amor y a pisarte los pies, para regocijo de tu corazón. De otra manera, se quedará por ahí con su frazada o su almohadón o su osito de felpa, representados ahora por amigos que le aceptan tal como es y que tienen fe en él.
Prepárate para cuando el romance asome desde muy temprano en su rizada cabeza. Con las chicas, probablemente no será grave. No se tratará más que de los primeros ensayos de su feminidad. En cuanto a los varones, es posible que necesiten algunas clases especiales sobre el tema de los pájaros y las abejas; mas vale prevenir que curar.
También tendrás que enseñarles a economizar, porque los niños Sagitario son poco ahorradores. Tienen que aprender que cuando han gastado lo que tenían, ya no hay mas, no les ayudes a tapar agujeros. Si se gastan el dinero para el bocadillo en revistas de historietas, pues que se las arreglen durante la semana llevando a la escuela sándwiches de mermelada o de mantequilla de cacahuete. Aunque parezca un poco duro, es necesario. Algún día, las organizaciones crediticias te lo agradecerán.
Tanto a los niños como a las niñas Sagitario les gustará, probablemente, ir a la escuela. Su inteligencia polifacética y su gran curiosidad harán del aprendizaje un juego fascinante, si una rutina demasiado opaca y aburrida, y un exceso de insistencia en normas estrictas y hábitos de estudio demasiado rígidos, no acaban agotando su innata inquietud. Cuanto más progresista sea la educación que se les imparta, mejores alumnos serán los pequeños Arqueros, y con más placer estudiarán. Son inquietos, y si se les obliga a estar continuamente sentados o a refrenar su fantasiosa imaginación no tardarán en perder todo el incentivo, y -triste es decirlo- a veces de manera permanente. Si sus maestros son severos e intolerantes, o si son victimas de sistemas de enseñanza pobres en imaginación, los niños Sagitario tienden a dejar la escuela para comenzar a trabajar.
El sistema de distinciones da buenos resultados con los jóvenes Arqueros. Si se tiene confianza en él, un niño de Júpiter jamás recurrirá a ninguna forma de engaño; en caso contrario, puede llegar a la conclusión de que eso no tiene importancia. Si nadie cree en él, ¿para qué esforzarse?
Su interés por la religión puede ser profundo y muy serio. Son el tipo de niños y niñas que a muy temprana edad deciden ser sacerdotes, monjas, ministros, rabinos o misioneros en algún país extranjero. A medida que crecen ponen en tela de juicio los dogmas y es posible que, en su eterna búsqueda de la verdad, cambien de fe y de afiliación religiosa. El Cuerpo de Paz atrae invariablemente a la juventud de Júpiter: les atrae la idea de correr mundo y la ocasión de poner en práctica su idealismo. Luchar por una causa les permite desarrollar sus fuerzas. Si no tiene un hueso, es posible que un cachorrito destroce el diván o haga tiras las cortinas; un joven Sagitario sin una causa por la que luchar puede atacar una ideología con un fervor y un fanatismo tales que dañe irreparablemente su futuro.
Lleva los ojos confiadamente fijos en las estrellas, y puede ser que sufra unos tropezones por el camino, a fuerza de no advertir las rocas que se interponen en su trayecto. El pequeño Arquero es sincero e independiente; dale lugar suficiente para que practique y se ejercite con su arco. Necesita sentir la hierba bajo los pies desnudos, recibir la lluvia en la cara y asar sus sueños en los brillantes y cálidos rayos del sol hasta que estén perfectamente a punto. Ahí está, agitando como un pañuelo su corazón joven y optimista, para saludarle. Devuélvele el saludo agitando tu alegre confianza en él.
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