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El hombre Sagitario (I)

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Mensaje  Saradia Vie Ago 28, 2009 11:44 am

-¿Espero que no habrá huesos rotos?”
¿Ninguno digno de mención?, respondió el Caballero
como si no le importara que se rompieran dos o tres
...El gran arte del jinete, como te decía,
es... mantener correctamente el equilibrio. Así, ves
...Soltó las riendas y estiró ambos brazos
para demostrarle a Alicia a que se refería,
y esa vez cayó de espaldas,
justo bajo las patas del caballo.

No lo digo por desalentarte, pero los hombres Sagitario tienen una costumbre extraña: montados en un gran caballo blanco, corren por las calles esgrimiendo una espada y defendiendo causas. Tienen también otra peculiaridad: andan dando tumbos como payasos en el circo, mezclándose indiscriminadamente con los elefantes y con la mujer barbuda y recogiendo alegremente grandes copos de azúcar de algodón.

Recurriendo a ciertas maniobras, es posible capturarle, pero primero tendrás que conseguir que se baje del caballo blanco, que se aleje de los elefantes y... naturalmente, la mujer barbuda tendrá que desaparecer. Las causas y los circos no dejan demasiado tiempo para la vida de familia, ni siquiera para estar afectuosamente cogidos de las manos.

Ya desde ahora tienes una cosa a tu favor: son tantos los Sagitario que andan corriendo y dando tumbos por la vida, que tendrás muchos para elegir. Recuerda el estribillo de Víctor Herbert: “Dadme algunos hombres de corazón intrépido, capaces de pelear en defensa de su fe; empezad por darme diez, de corazón intrépido, y pronto diez mil yo os daré”. Pues así son las cosas. El entusiasmo idealista y la curiosidad de un hombre Sagitario son contagiosos. Claro que a veces esa inocente exuberancia puede desbocarse un poco. Es posible que te lance al aire en un momento de loca e impetuosa euforia... y se olvide de recogerte.

Estará casi siempre rodeado de una multitud; es otro inconveniente. Para acercarte a él tendrás que abrirte camino entre toda esa gente. Pero no te pongas pesimista, porque este hombre es la personificación del optimismo. Lo es hasta tal punto que si sus enemigos le mandaran por correo una gran caja de bosta, no se ofendería. Simplemente pensaría que se olvidaron de incluir el caballo. Es un optimismo que puede ser peligroso, ya que no es más que una forma de “fe ciega”. Y Sagitario la tiene a montones. Claro que la fe ciega es algo estupendo; no es que yo tenga nada en contra, ya que soy también de un signo de fuego. Pero puede llevarle a una confianza demasiado ingenua que le haga caerse por los charcos. Claro que es fácil caer en los charcos cuando uno va corriendo con un arco y una flecha, mirando siempre hacia el cielo en busca de alguna meta tan elevada que nadie ha tenido jamás el valor de apuntarle... o la absoluta falta de sentido común de proponerse alcanzarla.

La confianza es una gran cosa, pero confiar en quien no lo merece puede hacer lenta incluso una carrera de caballos. En el sentido estricto de la palabra, Sagitario no es un soñador; sus sueños están siempre sometidos al escrutinio de la lógica implacable y la curiosidad compulsiva de Júpiter, y si resisten la investigación a que se les somete, entonces es probable que resulten tan prácticos como estrafalarios, aunque el mundo no esté todavía maduro para ellos. Una vez ha llegado a la conclusión de que hay alguna esperanza de realizarlos, Sagitario saca su caja de colores y pinta sus sueños prácticos con la imaginación más vivida y desatada que se pueda imaginar. Pero siempre hay carcamales dispuestos a sofocar las ideas avanzadas y estrangularlas antes de que hayan tenido tiempo de demostrar lo que valen, y como todo el mundo sabe, los carcamales son muy numerosos.

Su imaginación exuberante puede ser causa de tropiezos y de que las cosas le vayan mal. Pero la Señora Fortuna se especializa en rescatarle maravillosamente, justo a tiempo. Sagitario es por lo común hombre de tanta suerte que da asco, y es ilegal. Puede salir de calicata por las colinas, volver con una bolsa de piedras, comprobar que no son oro y, después de llorar un rato, descubrir que son uranio. Si tú levantas ese objeto que brilla junto a la entrada del metro, resultará ser un trozo del diamante Hope que se le cayó a Harry Winston cuando estaba llamando un taxi.

Claro que con una suerte así cualquiera es optimista. Aunque siempre hay algún día en que una piedra es una piedra y el papel de estaño es papel de estaño, el Sagitario típico se recupera rápidamente de golpes tan aplastantes. Algo muy semejante pasa con tu jupiteriano y el amor: tiene suerte. Y cuando no la tiene, se recupera con rapidez. Se muestra parcial en cuestiones de honradez, pero esa es su única parcialidad; por eso tiene tantos amigos y gente que le quiere bien. Dirige su mirada mas allá de la apariencia externa de las personas, en busca de un valor mas autentico e intrínseco. No es que no tenga enemigos; los tiene, pero muchos menos de los que pueden acumular otros signos solares. Es posible que quienes padecen el aguijonazo de su franqueza en el comentario le miren con odio y sientan deseos de estrangularle, pero por lo general acaban comprendiendo que su intención era inofensiva. El pecado del varón Sagitario es la falta de tacto y el atolondramiento, pero no la crueldad deliberada.

Es posible que a estas alturas ya hayas descubierto que su manera de hablar es tan directa como su flecha simbólica. Es capaz de decir cosas horrorosas, y si estas enamorada de el, puede ser que salga de ello sin mayores problemas. Pero tienes todo el derecho del mundo a ofenderte si un Sagitario a quien acabas de conocer se te queda mirando francamente con sus ojos brillantes y despiertos, antes de comentar que eres exactamente el tipo de mujer que un hombre elegiría como querida. Cuando estés a punto de darle con algo en la cabeza, pondrá el gesto más inocente e infantil y te explicará con encantadora ingenuidad que lo que quería decir era que, sabes, en la Edad Media los reyes y los aristócratas hacían matrimonios de conveniencia. Entonces, claro, la esposa solía ser una criatura fea y sin gracia, por más sangre noble que tuviera. En cambio, la querida era hermosa y deslumbrante, el tipo de chica con la que ellos habrían querido casarse enamoradísimos, si hubieran imperado diferentes reglas. A él siempre le interesó ese período, de manera que ha estado leyendo mucho sobre el tema. Es posible que su explicación consiga calmarte, y hasta que te ufanes un poco. Además quedarás impresionada. ¿Cuantos hombres hay que se pasen las horas leyendo libros de historia sin obligación alguna? Quien sabe si no es un genio. ¡Imagínate, si podrías ser la esposa de un intelectual! Te equivocas, podrías ser la querida de un intelectual. Para el momento en que su inteligencia te haya dejado boquiabierta, ya no te darás cuenta de que si hubieras reaccionado bien ante su primera proposición -y no te confundas, que de eso se trataba- él no habría perdido el tiempo con su próxima jugada y tú serias una mujer caída.

Claro que no todas las mujeres aceptarían tan rebuscada explicación para una evidente torpeza, pero no importa. Aunque sus victimas estallen indignadas, cuando la cólera se enfría, vuelven a ser grandes amigas de Sagitario. Que eso te sirva para comprender cuales son los peligros que te acechan con ese chiflado aparentemente inofensivo. Con su sonrisa cándida e ingenua, no recuerda en absoluto a un lobo; mas parece un boy scout. Pero en asuntos de amor no es un boy scout. Mas vale que lo tengas presente cuando te invite a salir de campamento.

El varón Sagitario vive su vida romántica en un nivel superficial, pero lo plantea con sinceridad. (Después de todo, si te quitaras de los oídos esas telarañas sentimentales, recordarías que el dijo “querida”; no dijo “esposa”. Y el no es rey, y no estamos en la Edad Media.) Sagitario busca relaciones frívolas, que a veces lo son en tal medida que se convierten en promiscuas. Hay ocasiones en que las travesuras de un Arquero pueden hacer avergonzar a un Escorpión... y te aseguro que no es nada fácil hacer avergonzar a un Escorpión.

Volvamos a la cuestión de su honradez, que es un tema menos espinoso. Si una amarga experiencia te ha enseñado lo frágiles que pueden ser las promesas de amor eterno de otros hombres, apreciarás su franqueza. Ni te acobardarás siquiera cuando te cuente la cantidad de aventuras que ha tenido y lo que espera de ésta contigo, con toda claridad y lógica. Sagitario no ajustará a sabiendas un lazo legal con una mentira en el corazón o en los labios, pero de alguna manera puede complicarse en un flirteo que termine en una propuesta matrimonial (posiblemente de la muchacha, no de él), y tendrá que darse una gran carrera para escapar del altar. Como es un poco torpe, es posible que tropiece y que ella le alcance antes de que haya ido demasiado lejos. En ese caso, Sagitario lo volverá a pensar todo y decidirá ilógicamente que, si ella le atrajo en algún sentido -ya sea mental o físico, no importa cual-, terminara por atraerle en todos los demás. Entonces accederá, se casara y así habrán quedado sembradas las semillas de un nuevo divorcio de Sagitario. Aparentemente, su capacidad de razonamiento (normalmente confiable) le abandona cuando ha picado el anzuelo romántico.

No es raro que las mujeres interpreten mal la actitud de Sagitario y piensen que la relación es mas seria de lo que en realidad es; eso mismo produce a veces la impresión de que lo que él busca es una relación turbia, cuando en realidad solo quiere conseguir una amistad superficial, no física, o simplemente una chica que sea buena compañera. Parece que en ambos sentidos el Arquero pierde. Pero como tiene suerte, de la mayoría de sus líos sale con bien. No se puede negar que le gusta el flirteo, pero no es únicamente sexo lo que busca; le gusta la variedad y el estímulo mental. Si una mujer se pone pegajosa cuando él no hace más que divertirse, procurará tomárselo todo a broma, aunque decididamente ella no le verá la gracia. (¿Recuerdas que poco éxito tiene el Sagitario típico con los chistes?) A muchos Sagitario les acusan de coquetear con todas las recepcionistas bonitas y las chicas atractivas que ven, y a veces hasta con la ancianita que vende periódicos en la esquina o con la policía femenina. Pues bien, a ningún hombre que esté en sus cabales se le ocurriría seriamente flirtear con una policía femenina -mientras que ella esté de servicio, por lo menos-, de modo que ya ves que esa injustificada sospecha es ofensiva para el Arquero. Más exacto es decir que la mayoría de las veces no trataba más que mostrarse alegremente amistoso.
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