Pregunta sobre Álamos
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Pregunta sobre Álamos
Hola Estrella! celebro esta sección, y es que los árboles son MUY especiales para mi, aunque me es difícil explicar el porque. La cuestión es que en unos días me haré un tatuaje (bueno, dos ;D), uno incluye un árbol indeterminado, el otro es una hoja de álamo (género Populus), he leído ya el otro post,y quiero saber más). Si sabes de algun libro o web interesantes aquí estaré!
graciassss
graciassss
aledis- Cantidad de envíos : 35
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Reputación : 7
Fecha de inscripción : 08/08/2009
Te cuento un poco más sobre el álamo
El álamo es también, como el sauce, una planta salicácea y, al igual que los otros miembros de esta familia, este esbelto árbol es dioico. Sus amentos masculinos colgantes, pardo rojizos y de brillo sedoso, y los amentos femeninos verdosos se desarrollan en árboles distintos. Las flores, carentes de aroma y néctar, aparecen entre marzo y abril, antes de que salgan las hojas. El viento se encarga de la polinización.
Este árbol amante de la luz, de corteza lisa, gris clara, es una auténtica planta pionera. Junto con el abedul, el álamo fue el primer árbol que colonizó los suelos pedregosos del norte siguiendo las huellas de los glaciares derretidos. En la actualidad sigue creciendo en latitudes próximas al círculo polar y en montañas de hasta 2000 m de altura. Como típico árbol pionero, el álamo está lleno de vitalidad. Crece y se reproduce con rapidez. De sus raíces superficiales brotan constantemente nuevas raicillas. En las laderas áridas, azotadas por el viento y la lluvia, esparce tal cantidad de semillas que pronto aparecen arboledas enteras de retoños.
Pero es sobre todo el tremolante follaje del árbol lo que atrae la atención. Sus hojas redondas presentan pecíolos largos y lisos que tiemblan al menor soplo de brisa. Muchas veces la brisa es apenas perceptible y, no obstante, parece vibrar todo el árbol. Cuando en otoño el follaje se tiñe de color amarillo claro, el observador queda fascinado por esta visión, es como si estuviese contemplando una resplandeciente sílfide. Pero no es necesario ver el álamo para notar su presencia: las temblorosas hojas hablan por sí solas. Como árbol que reacciona frente a vientos invisibles, el álamo era considerado en muchos lugares un árbol mágico, en cuyos susurros los magos y chamanes reconocían las voces de los espíritus.
A pesar de su aspecto poco tupido, la imaginación popular asociaba al álamo temblón con lo sobrenatural. También se lo relacionaba con un temor vago. En el lenguaje de las flores, llevar hojas de álamo significa «tener miedo en los inicios de un amor o noviazgo». Y cuando uno recibe hojas de álamo deberá guardarse de las malas lenguas.
Para los griegos el álamo era el árbol del mundo subterráneo, símbolo de las plañideras. La leyenda habla de las Helíadas, hijas del Sol, que se estremecían de pena y lloraban incesantemente por la muerte de su hermano Faetón. Le habían enganchado el carro del Sol a su imprudente hermano sin el permiso paterno. Pero Faetón fue incapaz de dominar a los fogosos corceles, por lo cual su vuelo de altura fracasó. Casi incendió la Tierra y murió en el accidente. Sus afligidas hermanas se convirtieron en álamos temblones y sus lágrimas en ámbar. Otra leyenda griega cuenta que Hércules envolvió su acalorada cabeza en hojas de álamo después de haber derrotado al malvado gigante Caco.
En la antigua Britania el álamo también era considerado árbol de los muertos. En Irlanda y Escocia, los fabricantes de ataúdes utilizaban ramas de álamo para medir a los difuntos. En los pueblos germánicos, los carpinteros solían utilizar para este fin una vara de saúco. Las ramas de saúco son, como las del álamo, blandas, pálidas y frágiles, y pueden abrir la puerta al reino de los infiernos, a la diosa de los muertos.
En el poema Cad Goddeu se habla de la fragilidad de este árbol: «Los perseverantes álamos, tantas veces quebrados en la batalla», dice un verso. En el antiguo calendario celta de los árboles, el álamo señala el equinoccio de otoño, la época del año cuando va disminuyendo la luz, cuando las noches comienzan a hacerse más largas que los días. En el alfabeto de los árboles, el álamo representa la vocal «E» (Eadha).
Las leyendas cristianas que versan sobre este árbol, en lugar de hablar sobre acontecimientos felices, sirven de severa amonestación. Cuando la Sagrada Familia se escondió en un bosque para huir de Herodes, todos los árboles se inclinaron en profundo respeto. Sólo el álamo permaneció erguido, adoptando una actitud arrogante. Entonces el niño Jesús posó su mirada sobre el árbol. Este, herido en el corazón, no para de temblar desde entonces.
También en la leyenda cristiana encontramos el motivo de los difuntos. Se dice que la madera de la cruz era de álamo. El sufrimiento y la muerte del Redentor conmovieron tanto al árbol que no pudo dejar de temblar.
El sauce pertenece, sin duda alguna, a la Luna y al mundo subterráneo; en cambio el álamo, con sus semillas aladas y lanudas, polinizado por el viento, se halla bajo el signo de Mercurio. Este veloz dios de los planetas posee fácil acceso al mundo de los muertos pero no está atrapado en él. Mercurio, como Hermes, es el guía de los muertos. Es el mago que no puede ser atrapado y que conoce los secretos de los mundos de arriba y de abajo. Es el ocultista que ve las cosas escondidas y entiende las lenguas secretas. Este dios enseñó a hablar a la humanidad; el álamo, el árbol parlante, le pertenece por completo. En los países nórdicos se atribuía el álamo al dios del viento y de la magia, Odín, el dios que tiene el don de lenguas. «Od» es también el viento del alma que hace temblar los corazones de los hombres como ramas de álamo.
El mercurio brillante y líquido es el metal de este soberano alado de los alquimistas, ocultistas, magos, bardos, curanderos y ladrones. Las hojas centelleantes y nunca quietas del álamo son mercurio en un plano vegetal.
Hay razones para suponer que el álamo de carácter mercurial posea propiedades curativas. Planta salicácea como el sauce, el álamo contiene salicina, que es un precursor natural de: ácido salicílico (aspirina); también contiene el glucósido populina, que disminuye el ácido úrico en la sangre, como también taninos, aceites etéreos y flavonoides. Este árbol tiene una gran importancia médica desde la Antigüedad. Hildegard von Bingen hervía en mayo la corteza para preparar un ungüento capaz de «suprimir los humores malignos., que se manifiestan en forma de dolores de espalda, de cabeza, lumbares y en las extremidades. Hoy en día se sigue utilizando una pomada de álamo para el reuma, las quemaduras y los hemorroides. En primavera se recogen las yemas pegajosas, de sabor amargo, y se hierven con manteca de cerdo para obtener la pomada que se aplicará sobre la piel. Los indios de Norteamérica preparaban ungüentos similares para las inflamaciones y los dolores aunque utilizando manteca de oso.
Para las «enfermedades acuosas», como el reuma, la gota, los trastornos vesiculares o la prostatitis, es decir, enfermedades regidas por la Luna, Mercurio y Venus, se prepara una infusión con las yemas. La corteza, al igual que la del sauce, tiene efectos «refrescantes» (antifebriles). Santa Hildegard von Bingen preparaba extractos para el agua del baño que aliviaban a las personas con «estómagos fríos» y reumatismo.'" La moderna fitoterapia utiliza los extractos de brotes, hojas y yemas para tratar las enfermedades prostáticas, las inflamaciones crónicas del intestino delgado y los trastornos hepáticos. Las tinturas homeopáticas y espagíricas de Populus tremula se emplean para diversas dolencias del aparato urinario. Antiguamente se creía que el cabello crecería más si se introducían algunos pelos en un agujero en el tronco del árbol. La cabellera florecería de forma análoga a corno lo hace el álamo.
Edward Bach descubrió en las flores del álamo temblón o chopo un remedio para las personas que experimentan temores vagos e inexplicables y presentimientos infundados. Frecuentemente se trata de personas que reaccionan «como un sismógrafo a la atmósfera visible e invisible de su entorno».'' Estos hijos del planeta Mercurio suelen ser hipersensibles y con frecuencia poseen facultades sobrenaturales. Sin embargo, aun así, no son capaces de encontrar su camino en la maraña del ocultismo y de las supersticiones hasta que entran en contacto con el Yo Superior.
La esencia floral Aspen capacita a la personalidad para conectar con el Yo Superior. Las cualidades sombrías y negativas de Aspen se convertirán así en una actitud positiva frente a los planos no materiales de la existencia y en una comprensión de los mundos espirituales.
Este árbol amante de la luz, de corteza lisa, gris clara, es una auténtica planta pionera. Junto con el abedul, el álamo fue el primer árbol que colonizó los suelos pedregosos del norte siguiendo las huellas de los glaciares derretidos. En la actualidad sigue creciendo en latitudes próximas al círculo polar y en montañas de hasta 2000 m de altura. Como típico árbol pionero, el álamo está lleno de vitalidad. Crece y se reproduce con rapidez. De sus raíces superficiales brotan constantemente nuevas raicillas. En las laderas áridas, azotadas por el viento y la lluvia, esparce tal cantidad de semillas que pronto aparecen arboledas enteras de retoños.
Pero es sobre todo el tremolante follaje del árbol lo que atrae la atención. Sus hojas redondas presentan pecíolos largos y lisos que tiemblan al menor soplo de brisa. Muchas veces la brisa es apenas perceptible y, no obstante, parece vibrar todo el árbol. Cuando en otoño el follaje se tiñe de color amarillo claro, el observador queda fascinado por esta visión, es como si estuviese contemplando una resplandeciente sílfide. Pero no es necesario ver el álamo para notar su presencia: las temblorosas hojas hablan por sí solas. Como árbol que reacciona frente a vientos invisibles, el álamo era considerado en muchos lugares un árbol mágico, en cuyos susurros los magos y chamanes reconocían las voces de los espíritus.
A pesar de su aspecto poco tupido, la imaginación popular asociaba al álamo temblón con lo sobrenatural. También se lo relacionaba con un temor vago. En el lenguaje de las flores, llevar hojas de álamo significa «tener miedo en los inicios de un amor o noviazgo». Y cuando uno recibe hojas de álamo deberá guardarse de las malas lenguas.
Para los griegos el álamo era el árbol del mundo subterráneo, símbolo de las plañideras. La leyenda habla de las Helíadas, hijas del Sol, que se estremecían de pena y lloraban incesantemente por la muerte de su hermano Faetón. Le habían enganchado el carro del Sol a su imprudente hermano sin el permiso paterno. Pero Faetón fue incapaz de dominar a los fogosos corceles, por lo cual su vuelo de altura fracasó. Casi incendió la Tierra y murió en el accidente. Sus afligidas hermanas se convirtieron en álamos temblones y sus lágrimas en ámbar. Otra leyenda griega cuenta que Hércules envolvió su acalorada cabeza en hojas de álamo después de haber derrotado al malvado gigante Caco.
En la antigua Britania el álamo también era considerado árbol de los muertos. En Irlanda y Escocia, los fabricantes de ataúdes utilizaban ramas de álamo para medir a los difuntos. En los pueblos germánicos, los carpinteros solían utilizar para este fin una vara de saúco. Las ramas de saúco son, como las del álamo, blandas, pálidas y frágiles, y pueden abrir la puerta al reino de los infiernos, a la diosa de los muertos.
En el poema Cad Goddeu se habla de la fragilidad de este árbol: «Los perseverantes álamos, tantas veces quebrados en la batalla», dice un verso. En el antiguo calendario celta de los árboles, el álamo señala el equinoccio de otoño, la época del año cuando va disminuyendo la luz, cuando las noches comienzan a hacerse más largas que los días. En el alfabeto de los árboles, el álamo representa la vocal «E» (Eadha).
Las leyendas cristianas que versan sobre este árbol, en lugar de hablar sobre acontecimientos felices, sirven de severa amonestación. Cuando la Sagrada Familia se escondió en un bosque para huir de Herodes, todos los árboles se inclinaron en profundo respeto. Sólo el álamo permaneció erguido, adoptando una actitud arrogante. Entonces el niño Jesús posó su mirada sobre el árbol. Este, herido en el corazón, no para de temblar desde entonces.
También en la leyenda cristiana encontramos el motivo de los difuntos. Se dice que la madera de la cruz era de álamo. El sufrimiento y la muerte del Redentor conmovieron tanto al árbol que no pudo dejar de temblar.
El sauce pertenece, sin duda alguna, a la Luna y al mundo subterráneo; en cambio el álamo, con sus semillas aladas y lanudas, polinizado por el viento, se halla bajo el signo de Mercurio. Este veloz dios de los planetas posee fácil acceso al mundo de los muertos pero no está atrapado en él. Mercurio, como Hermes, es el guía de los muertos. Es el mago que no puede ser atrapado y que conoce los secretos de los mundos de arriba y de abajo. Es el ocultista que ve las cosas escondidas y entiende las lenguas secretas. Este dios enseñó a hablar a la humanidad; el álamo, el árbol parlante, le pertenece por completo. En los países nórdicos se atribuía el álamo al dios del viento y de la magia, Odín, el dios que tiene el don de lenguas. «Od» es también el viento del alma que hace temblar los corazones de los hombres como ramas de álamo.
El mercurio brillante y líquido es el metal de este soberano alado de los alquimistas, ocultistas, magos, bardos, curanderos y ladrones. Las hojas centelleantes y nunca quietas del álamo son mercurio en un plano vegetal.
Hay razones para suponer que el álamo de carácter mercurial posea propiedades curativas. Planta salicácea como el sauce, el álamo contiene salicina, que es un precursor natural de: ácido salicílico (aspirina); también contiene el glucósido populina, que disminuye el ácido úrico en la sangre, como también taninos, aceites etéreos y flavonoides. Este árbol tiene una gran importancia médica desde la Antigüedad. Hildegard von Bingen hervía en mayo la corteza para preparar un ungüento capaz de «suprimir los humores malignos., que se manifiestan en forma de dolores de espalda, de cabeza, lumbares y en las extremidades. Hoy en día se sigue utilizando una pomada de álamo para el reuma, las quemaduras y los hemorroides. En primavera se recogen las yemas pegajosas, de sabor amargo, y se hierven con manteca de cerdo para obtener la pomada que se aplicará sobre la piel. Los indios de Norteamérica preparaban ungüentos similares para las inflamaciones y los dolores aunque utilizando manteca de oso.
Para las «enfermedades acuosas», como el reuma, la gota, los trastornos vesiculares o la prostatitis, es decir, enfermedades regidas por la Luna, Mercurio y Venus, se prepara una infusión con las yemas. La corteza, al igual que la del sauce, tiene efectos «refrescantes» (antifebriles). Santa Hildegard von Bingen preparaba extractos para el agua del baño que aliviaban a las personas con «estómagos fríos» y reumatismo.'" La moderna fitoterapia utiliza los extractos de brotes, hojas y yemas para tratar las enfermedades prostáticas, las inflamaciones crónicas del intestino delgado y los trastornos hepáticos. Las tinturas homeopáticas y espagíricas de Populus tremula se emplean para diversas dolencias del aparato urinario. Antiguamente se creía que el cabello crecería más si se introducían algunos pelos en un agujero en el tronco del árbol. La cabellera florecería de forma análoga a corno lo hace el álamo.
Edward Bach descubrió en las flores del álamo temblón o chopo un remedio para las personas que experimentan temores vagos e inexplicables y presentimientos infundados. Frecuentemente se trata de personas que reaccionan «como un sismógrafo a la atmósfera visible e invisible de su entorno».'' Estos hijos del planeta Mercurio suelen ser hipersensibles y con frecuencia poseen facultades sobrenaturales. Sin embargo, aun así, no son capaces de encontrar su camino en la maraña del ocultismo y de las supersticiones hasta que entran en contacto con el Yo Superior.
La esencia floral Aspen capacita a la personalidad para conectar con el Yo Superior. Las cualidades sombrías y negativas de Aspen se convertirán así en una actitud positiva frente a los planos no materiales de la existencia y en una comprensión de los mundos espirituales.
Más cosillas | Álamos... La Verde Primavera y el Dorado Otoño |
A estos árboles se les denominan, en nuestro idioma, indistintamente álamo y chopo. La primera voz es prerromana, mientras que la segunda proviene del latín vulgar y tardío ploppus, deformación de populus, el árbol del pueblo. Lo que indica la extrema abundancia en la región mediterránea de este árbol, desde la antigüedad. De hecho este género en la actualidad continúa siendo muy abundante en todo el hemisferio boreal, desde las zonas subárticas hasta las cálidas. Es un árbol que le gusta la humedad y el sol, por lo que su hábitat natural son las riberas de ríos. Por su fuerza de procreación y su rápido crecimiento se le considera como colonizador, lo que justifica su amplia distribución geográfica.
Dentro de este género, la clasificación ofrece muchas dificultades debido a los numerosos híbridos. El número de especies distintas de álamos son, según autores, de veinte a cien. Las especies más representativas del género son:
Álamo blanco (Populus alba). Originario de la región mediterránea, Europa central y Asia centroccidental. Es característico su tronco blanquecino y sobretodo su hoja, verde por el haz y blanca por el envés. Una especie afín es el álamo alpino o temblón (Populus tremula), llamado así porque sus hojas oscilan fácilmente con la menor brisa. El híbrido de ambas especies es conocido como álamo bastardo o Populus canescens que auna las características de sus progenitores. Todos estos árboles se plantan en parques y jardines por el aspecto de frescor que ofrece con su corteza lisa y clara y por el plateado envés de las hojas que ofrecen un atractivo aspecto centelleante al viento.
Álamo negro (Populus nigra). Comparte el mismo área con el álamo blanco. Presenta la corteza rugosa y obscura. En otoño su aspecto es muy vistoso por el color dorado de sus hojas. La variedad "italica" (también conocido como chopo lombardo) se produjo por mutación. La única reproducción posible es por esqueje y sólo produce ejemplares machos. Todos los chopos lombardos actuales son descendientes de un único ejemplar producido de Turín de 1750. Se cultiva mucho en jardinería por su porte más estilizado.
Populus simonii. Es un miembro chino del género. Los extremos de sus ramas son péndulas, lo que le confiere un apropiado aire oriental a su porte. Pertenece al grupo de chopos balsámicos, distribuidos por Asia centroriental y Norteamérica. Estos álamos son olorosos, sus yemas contienen una sustancia pegajosa medicinal, un bálsamo llamado gemmae populi, que se aplica en uso externo sobre las heridas y para los baños antirreumáticos.
Álamo de Carolina (Populus deltoides). Su área de distribución abarca desde Alaska a la península de El Labrador, formando bosquecillos, extendiéndose por el sur hasta México central. Crece muy deprisa, especialmente sobre suelos ricos en minerales, por lo que se utiliza para repoblar bosques quemados.
El álamo es un árbol dioico. Las flores masculinas y femeninas tienen en la base una especie de copela oblicua y glandulosa, y forman inflorescencia del tipo amento. Cuando llega la primavera inunda el aire de masas algodonosas para transportar su polen.
Se cultivan industrialmente para la obtención de madera, que aunque no son de gran calidad, sí son muy utilizadas para los casos que no se precisa gran resistencia y también para la fabricación de pasta de papel. Para su aprovechamiento comercial se le suele talar a los 40 ó 50 años. En estado silvestre suele vivir normalmente hasta 100 años.
Se planta también como fijador del suelo pues tiene poderosas raíces y se expanden mucho, incluso pueden provocar daños en conducciones y cimientos.
Al tratarse de un género tan extendido, sirve de alimento y cobijo a más de cien especies de insectos que han hecho del álamo su único medio de vida.
Para los antiguos griegos los álamos son los árboles de los opuestos: Blanco y negro, tan común es el uno como el otro. Las hojas presentan caras muy distintas; el haz y el envés. Y por el curioso hecho de crecer en terrenos acuíferos y su madera dar fuego (incluso modernamente se utiliza para fabricar cerillas). Este árbol representa la dualidad que reside en todo ser. Lo referente a lo oculto, lo mágico y lo subterráneo son álamos negros, mientras que lo visible y lo aéreo son álamos blancos.
El álamo blanco era la única madera que estaba permitida utilizar en los sacrificios a Zeus.
Para evitar un cataclismo universal Zeus fulminó a Faetón con un rayo, por conducir tan desatinadamente el carro solar. Las Helíades, sus hermanas lo lloran eternamente, convertidas en álamos blancos como castigo por dejarles las riendas del movimiento del Sol.
La ninfa Leuce se convierte en álamo blanco, para huir de los ataques del lascivo dios de las profundidades, Hades. Leuce en griego significa blanco. En la actualidad se llama leuce a la sección del género Populus que incluye al álamo blanco y al temblón.
Según las leyendas griegas cuando Heracles descendió a los infiernos, llevaba una corona de ramas del álamo que Hades había plantado en los Campos Elíseos, en recuerdo de Leuce. La cara de las hojas que rozaban las sienes del héroe se pusieron de un color blanco plateado a causa de su sudor glorioso, como decían los griegos; mientras que las que estaban orientadas hacia el exterior se tornaron obscuras por el color del mundo subterráneo. De aquí que se le consagre el álamo a Heracles, cuyo colorido de las hojas según Virgilio significa que trabajó en ambos mundos.
El álamo negro estaba consagrado a la diosa de la Muerte y Perséfone, la diosa de los místicos ciclos de regeneración y muerte, tenía un bosquecillo de álamos negros. La Madre Tierra tenía un oráculo mágico en Egeira Acaya, que significa "el lugar de los álamos negros".
Esta dualidad es la base misma del pensamiento filosófico griego: el hilemorfismo que postula que todas las cosas de la naturaleza están compuestas de dos principios, uno interno que no varia, que es la esencia de la sustancia (el álamo negro) que sólo es accesible por el razonamiento y el otro principio es la forma externa, su presencia, lo variable (el álamo blanco), todo lo que se puede conocer mediante los sentidos.
Con el derrumbamiento del mundo antiguo y lejos de esta simbología exotérica, la literatura de los siglos posteriores cantaron al álamo como expresión de la primavera, del frescor de arroyo juvenil y clamor de sonoras aves. La explosión de vida de la naturaleza (lo accesible por los sentidos).
El mismo autor de "chopos de música verde" nos ofrece una visión muy distinta de los álamos, tan distinta como son los álamos blancos y los negros, es el juego de los contrarios: lo vertical junto a lo horizontal, la imagen de un chopo solitario en medio de la tierra despoblada y seca.
Yo lo veía ya en mis hondos sueños de adolescente, doblado, como un indómito arco de fuego, por el viento grande del vehemente crepúsculo de otoño -de esos ocasos cortos, ácidos, únicos, casi falsos, que levantan hasta su sorda negación al cenit-; como un prodigioso meteoro de la tarde -súbito mártir secreto, arraigado sólo a su misterio errante-, derramando inútilmente en el potro de la alta soledad sus chispas bellas, gotas de roja luz, divinas hojas de oro.
En la aridez de los fríos páramos castellanos de Soria, Antonio Machado ve en los álamos también la esperanza de una vida plena. No se trata de un retrato realista de la tierra soriana, sino de la Soria de Leonor, donde está presente, palpable el amor de un Machado maduro por aquella alma juvenil: álamos dorados en la soledad de la vieja Castilla.
Machado emplea para hablar de sus sentimientos internos a los álamos negros, los álamos que expresan las fuerzas invisibles. Pero por desgracia, poco duró la dicha al poeta; recién publicado "Campos de Castilla" Leonor cayó gravemente enferma y murió. Machado, huye desesperadamente de Soria, que a partir de entonces la considerará tierra sagrada. Se refugia primeramente en Baeza, en su Andalucía natal, en la tierra del olivo.
Dentro de este género, la clasificación ofrece muchas dificultades debido a los numerosos híbridos. El número de especies distintas de álamos son, según autores, de veinte a cien. Las especies más representativas del género son:
Álamo blanco (Populus alba). Originario de la región mediterránea, Europa central y Asia centroccidental. Es característico su tronco blanquecino y sobretodo su hoja, verde por el haz y blanca por el envés. Una especie afín es el álamo alpino o temblón (Populus tremula), llamado así porque sus hojas oscilan fácilmente con la menor brisa. El híbrido de ambas especies es conocido como álamo bastardo o Populus canescens que auna las características de sus progenitores. Todos estos árboles se plantan en parques y jardines por el aspecto de frescor que ofrece con su corteza lisa y clara y por el plateado envés de las hojas que ofrecen un atractivo aspecto centelleante al viento.
Álamo negro (Populus nigra). Comparte el mismo área con el álamo blanco. Presenta la corteza rugosa y obscura. En otoño su aspecto es muy vistoso por el color dorado de sus hojas. La variedad "italica" (también conocido como chopo lombardo) se produjo por mutación. La única reproducción posible es por esqueje y sólo produce ejemplares machos. Todos los chopos lombardos actuales son descendientes de un único ejemplar producido de Turín de 1750. Se cultiva mucho en jardinería por su porte más estilizado.
Populus simonii. Es un miembro chino del género. Los extremos de sus ramas son péndulas, lo que le confiere un apropiado aire oriental a su porte. Pertenece al grupo de chopos balsámicos, distribuidos por Asia centroriental y Norteamérica. Estos álamos son olorosos, sus yemas contienen una sustancia pegajosa medicinal, un bálsamo llamado gemmae populi, que se aplica en uso externo sobre las heridas y para los baños antirreumáticos.
Álamo de Carolina (Populus deltoides). Su área de distribución abarca desde Alaska a la península de El Labrador, formando bosquecillos, extendiéndose por el sur hasta México central. Crece muy deprisa, especialmente sobre suelos ricos en minerales, por lo que se utiliza para repoblar bosques quemados.
El álamo es un árbol dioico. Las flores masculinas y femeninas tienen en la base una especie de copela oblicua y glandulosa, y forman inflorescencia del tipo amento. Cuando llega la primavera inunda el aire de masas algodonosas para transportar su polen.
Se cultivan industrialmente para la obtención de madera, que aunque no son de gran calidad, sí son muy utilizadas para los casos que no se precisa gran resistencia y también para la fabricación de pasta de papel. Para su aprovechamiento comercial se le suele talar a los 40 ó 50 años. En estado silvestre suele vivir normalmente hasta 100 años.
Se planta también como fijador del suelo pues tiene poderosas raíces y se expanden mucho, incluso pueden provocar daños en conducciones y cimientos.
Al tratarse de un género tan extendido, sirve de alimento y cobijo a más de cien especies de insectos que han hecho del álamo su único medio de vida.
Chopos de música verde
bordean el agua fresca;
a su sombra y a su música.
el claro arroyo platea.
Plateando va y llorando
por florecientes praderas,
salpica las flores, moja
la tierna y menuda yerba.
Le da a la fronda un espejo,
y en su remanso gorjean
los chamarices, mojadas
las gayas plumas de perlas...
(J.R. Jiménez, Soledad sonora)
bordean el agua fresca;
a su sombra y a su música.
el claro arroyo platea.
Plateando va y llorando
por florecientes praderas,
salpica las flores, moja
la tierna y menuda yerba.
Le da a la fronda un espejo,
y en su remanso gorjean
los chamarices, mojadas
las gayas plumas de perlas...
(J.R. Jiménez, Soledad sonora)
Para los antiguos griegos los álamos son los árboles de los opuestos: Blanco y negro, tan común es el uno como el otro. Las hojas presentan caras muy distintas; el haz y el envés. Y por el curioso hecho de crecer en terrenos acuíferos y su madera dar fuego (incluso modernamente se utiliza para fabricar cerillas). Este árbol representa la dualidad que reside en todo ser. Lo referente a lo oculto, lo mágico y lo subterráneo son álamos negros, mientras que lo visible y lo aéreo son álamos blancos.
El álamo blanco era la única madera que estaba permitida utilizar en los sacrificios a Zeus.
Para evitar un cataclismo universal Zeus fulminó a Faetón con un rayo, por conducir tan desatinadamente el carro solar. Las Helíades, sus hermanas lo lloran eternamente, convertidas en álamos blancos como castigo por dejarles las riendas del movimiento del Sol.
La ninfa Leuce se convierte en álamo blanco, para huir de los ataques del lascivo dios de las profundidades, Hades. Leuce en griego significa blanco. En la actualidad se llama leuce a la sección del género Populus que incluye al álamo blanco y al temblón.
Según las leyendas griegas cuando Heracles descendió a los infiernos, llevaba una corona de ramas del álamo que Hades había plantado en los Campos Elíseos, en recuerdo de Leuce. La cara de las hojas que rozaban las sienes del héroe se pusieron de un color blanco plateado a causa de su sudor glorioso, como decían los griegos; mientras que las que estaban orientadas hacia el exterior se tornaron obscuras por el color del mundo subterráneo. De aquí que se le consagre el álamo a Heracles, cuyo colorido de las hojas según Virgilio significa que trabajó en ambos mundos.
El álamo negro estaba consagrado a la diosa de la Muerte y Perséfone, la diosa de los místicos ciclos de regeneración y muerte, tenía un bosquecillo de álamos negros. La Madre Tierra tenía un oráculo mágico en Egeira Acaya, que significa "el lugar de los álamos negros".
Esta dualidad es la base misma del pensamiento filosófico griego: el hilemorfismo que postula que todas las cosas de la naturaleza están compuestas de dos principios, uno interno que no varia, que es la esencia de la sustancia (el álamo negro) que sólo es accesible por el razonamiento y el otro principio es la forma externa, su presencia, lo variable (el álamo blanco), todo lo que se puede conocer mediante los sentidos.
Con el derrumbamiento del mundo antiguo y lejos de esta simbología exotérica, la literatura de los siglos posteriores cantaron al álamo como expresión de la primavera, del frescor de arroyo juvenil y clamor de sonoras aves. La explosión de vida de la naturaleza (lo accesible por los sentidos).
En las mañanicas
del mes de mayo
cantan los ruiseñores
retumba el campo
En las mañanicas
como son frescas
cubren los ruiseñores
las alamedas.
(Lope de Vega, El robo de Dina, Parte XXIII)
del mes de mayo
cantan los ruiseñores
retumba el campo
En las mañanicas
como son frescas
cubren los ruiseñores
las alamedas.
(Lope de Vega, El robo de Dina, Parte XXIII)
El mismo autor de "chopos de música verde" nos ofrece una visión muy distinta de los álamos, tan distinta como son los álamos blancos y los negros, es el juego de los contrarios: lo vertical junto a lo horizontal, la imagen de un chopo solitario en medio de la tierra despoblada y seca.
Yo lo veía ya en mis hondos sueños de adolescente, doblado, como un indómito arco de fuego, por el viento grande del vehemente crepúsculo de otoño -de esos ocasos cortos, ácidos, únicos, casi falsos, que levantan hasta su sorda negación al cenit-; como un prodigioso meteoro de la tarde -súbito mártir secreto, arraigado sólo a su misterio errante-, derramando inútilmente en el potro de la alta soledad sus chispas bellas, gotas de roja luz, divinas hojas de oro.
¡Terrible, triste, ardiente chopo español solitario!
(J.R. Jiménez, Colina del alto chopo)
(J.R. Jiménez, Colina del alto chopo)
En la aridez de los fríos páramos castellanos de Soria, Antonio Machado ve en los álamos también la esperanza de una vida plena. No se trata de un retrato realista de la tierra soriana, sino de la Soria de Leonor, donde está presente, palpable el amor de un Machado maduro por aquella alma juvenil: álamos dorados en la soledad de la vieja Castilla.
He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria - barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra-,
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!
¡Oh, sí! Conmigo vais, campos de Soria,
tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del río, verde sueño
del suelo gris y de la parda tierra,
agria melancolía
de la ciudad decrépita.
Me habéis llegado al alma,
¿o acaso estabais en el fondo de ella?
(A. Machado, Campos de Castilla)
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria - barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra-,
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!
¡Oh, sí! Conmigo vais, campos de Soria,
tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del río, verde sueño
del suelo gris y de la parda tierra,
agria melancolía
de la ciudad decrépita.
Me habéis llegado al alma,
¿o acaso estabais en el fondo de ella?
(A. Machado, Campos de Castilla)
Machado emplea para hablar de sus sentimientos internos a los álamos negros, los álamos que expresan las fuerzas invisibles. Pero por desgracia, poco duró la dicha al poeta; recién publicado "Campos de Castilla" Leonor cayó gravemente enferma y murió. Machado, huye desesperadamente de Soria, que a partir de entonces la considerará tierra sagrada. Se refugia primeramente en Baeza, en su Andalucía natal, en la tierra del olivo.
Allá, en las tierras alta
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos
voy caminando solo
triste, cansado, pensativo y viejo.
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos
voy caminando solo
triste, cansado, pensativo y viejo.
Re: Pregunta sobre Álamos
Muchisimas gracias!!! que de información!!! es muy interesante...en fin, que gracias x molestarte a contestar. Espero poder tatuarme pasado mañana!
(voy a autopropagarme, cuando tngas un ratito mirate consultas de amor, q hay algo que no tengo claro)
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