¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 3 (parte 2)
2 participantes
Página 1 de 1.
¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 3 (parte 2)
LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA HUMANA
Encarnamos en el plano terrestre a fin de expandir nuestra conciencia. Esto se produce mediante muchas experiencias a lo largo de muchas vidas. Lo cierto es que todos sufrimos maltrato, sexual y de cualquier otra clase, en algún punto de nuestro propio desarrollo evolutivo… y cada uno, a su vez, inflige esos mismos maltratos. En último término, para cada uno es necesario, en el desarrollo de su propia conciencia, experimentarlo todo. Nuestra larga serie de encarnaciones físicas no se inicia con una conciencia desarrollada, dedicada a los principios humanos más elevados. Debemos forjarnos el camino a lo largo de muchas encarnaciones, antes de que el cuerpo y la personalidad se conviertan, por fin, en las herramientas disciplinadas y bien dispuestas de la mente superior o alma, antes de que podamos emplearlos a conciencia para ayudar al prójimo.
El viaje es largo. Al principio, los instintos animales, los impulsos y apetitos gobiernan nuestra existencia. Aunque en esta primera etapa podemos infligir un gran daño, aún no somos realmente capaces de malignidad, no más que el león cuando acecha a su presa. Como el león, nos limitamos a seguir nuestra naturaleza animal. Pero al reunir una experiencia mayor aprendemos, crecemos, se desarrolla nuestra conciencia y lo mismo ocurre con nuestra posibilidad de elegir.
En un sentido espiritual, la principal diferencia entre el reino animal y el nuestro es nuestra capacidad, mucho mayor y en constante desarrollo, de elegir en forma consciente. Sin embargo, esta capacidad no evoluciona ni se desarrolla por igual entre todos los miembros de la especie humana al mismo tiempo. Iniciamos nuestro ciclo evolutivo en diferentes tiempos y progresamos a diferente velocidad. Pero mientras cada uno de nosotros no esté lo suficientemente avanzado, los instintos y los impulsos de nuestro cuerpo, actuando como los de cualquier animal, efectuarán muchas de estas elecciones en nuestro nombre.
Cierta vez tuve un paciente cuya conducta impulsiva y agresiva le había causado problemas con la policía. Ahora le esperaba la cárcel: mientras bebía en un bar empujó a un hombre que, al caer, se golpeó la cabeza y murió. Mi joven paciente tenía mucha más fuerza bruta que la que podían manejar sin peligro sus emociones primitivas y su poco desarrollado intelecto. Libre de malicia, pero completamente sometido al vaivén de los apetitos físicos y los impulsos emocionales, era obviamente lo que se denomina “alma joven”, y luchaba por aprender los principios más básicos del autodominio. Aun cuando sus actos provocaran la muerte de una persona, como el Jenny de Steinbeck en Of Mice and Men, no irradiaba maldad, sino una especie de desventurada inocencia infantil.
Todos nos iniciamos como “almas jóvenes”; al frente se extiende el largo viaje hacia una plena conciencia humana. Esotéricamente se nos conoce, en esta temprana etapa, como “humanidad infantil”. Al igual que los niños, estamos en las primeras etapas del desarrollo físico, emocional y mental. También como ellos, nuestras primeras exploraciones del mundo físico se ven limitadas, en gran medida, por el grado de dolor que podamos tolerar en nuestro propio cuerpo. Nuestra capacidad de empatía se va desarrollando, a lo largo de milenios de sufrir e infligir sufrimiento, por turnos. Hasta que se desarrolla esa capacidad, lo único que nos impide hacer daño a otros es la posibilidad del castigo. Como los niños que van madurando, debemos evolucionar en conciencia hasta que las restricciones de nuestra conducta sean más internas que externas.
Los niños suelen ser crueles entre sí y para con animales e insectos, a menos que sean sometidos a restricciones o reciban una cuidadosa enseñanza; pero el motivo real es que están progresando por una temprana etapa de desarrollo en su propia evolución de conciencia. Lo que parece expresión de crueldad a la conciencia madura de un adulto es, en muchos niños, simple curiosidad no entibiada por la compasión. Es interesante apuntar que John Muir y Joseph Word Krutch, dos grandes naturalistas, citan en sus autobiografías que en su niñez solían tratar con crueldad a los animales.
Hacia los veintiún años, en general, somos lo bastante maduros como para expresar el nivel de conciencia que nos han impartido las experiencias de vidas previas, cualquiera sea. Este nivel de conciencia varía mucho entre un individuo y oro, según lo que haya sido alcanzado durante las encarnaciones previas. Por ejemplo: la consideración de un individuo por la soberanía física, emocional y mental de otro ser humano no se puede inculcar, simplemente, mediante una educación que ponga énfasis en los conceptos humanitarios. La misma palabra “educación”deriva de educere, traer a la superficie algo que ya está allí. A menos que la persona haya alcanzado ya esa capacidad de respeto, a través de las experiencias de otras vidas, la educación no puede despertarla.
CÓMO DISEÑAMOS UNA ENCARNACIÓN
Toda encarnación tiene raíces en lo que ha sucedido en el pasado, pero sobre todo en el episodio inmediatamente anterior en la vida terrestre. A través de nuestras incontables encarnaciones tempranas, el principal propósito de nuestra existencia aquí es acumular experiencia del plano físico. Más adelante asumimos encarnaciones a fin de comprender y, en caso necesario, curar lo que se ha experimentado,
Cada vez que, al morir, abandonamos el cuerpo físico, se produce una revisión de la vida recién terminada. Aquellos que han sufrido experiencias de muerte momentánea describen esta revisión de la vida como un repaso objetivo, libre de los dictados de la personalidad. De esta manera, podemos identificar con la ayuda de nuestros Guías, que generalmente son nuestras propias encarnaciones terminadas actuando bajo la dirección de nuestra alma, aquello q lo que más deberemos dedicarnos a continuación. Se nos ayuda a aislar los tres factores condicionantes principales que definirán la esencia de nuestra encarnación siguiente. Establecemos las circunstancias necesarias para la próxima misión y concebimos el diseño del vehículo físico, astral y mental con el cual la ejecutaremos. Esto es como decidir, al terminar un año lectivo, qué cursos elegiremos cuando volvamos a los estudios y a asegurarnos de disponer el equipo necesario.
El primero de estos factores condicionantes es la naturaleza del ambiente físico en el cual encarnaremos a continuación. Todos reconoce os que la cultura general, el medio social y la posición, las aficiones y las actividades de la familia en la que nacemos ejercen una poderosa influencia sobre nuestro desarrollo. También, si entendemos que este campo de experiencia se eligen antes de la encarnación, porque proporciona el fundamente requerido para las tareas que nos hemos fijado, comprenderemos que no hemos sido víctimas ni favoritos del Destino. Por lo contrario, estamos en el medio requerido para dirigirnos hacia las metas de esta encarnación.
El segundo factor determinante es el grado de refinamiento y los puntos fuertes y débiles del cuerpo físico. Esotéricamente se enseña que el factor más kármico de toda encarnación es el cuerpo físico y la parte más kármica del cuerpo físico, su sistema nervioso. Elegimos el cuerpo que se adecue mejor al trabajo de cada vida. El sistema nervioso de cada uno, que nos hace interpretar el mundo de un modo propio y característico, estructura profundamente cada una de nuestras experiencias y, por lo tanto, nuestra visión general de la vida. Las habilidades naturales determinan nuestra línea de menor resistencia, llevándonos a acentuar las actividades y aficiones que nos resultan fáciles, mientras que nuestros puntos débiles impiden otras empresas.
El tercer factor es la composición del cuerpo astral o emocional, que determina qué y quién va a atraernos y, al mismo tiempo, a qué y a quién atraeremos. Este cuerpo emocional se vincula con nuestras percepciones del mundo que nos rodea mediante el sistema nervioso. Los sentidos físicos del tacto, el gusto, el olfato, el oído y la vista interpretan el medio de un modo condicionado y teñido por el cuerpo emocional.
De la misma manera que el cuerpo emocional afecta, por vía del sistema nervioso, el modo en que experimentamos cada dimensión del medio, a su vez el medio se ve afectado por cada dimensión de nuestro ser en su totalidad. Aunque no tengamos conciencia del hecho, los seres humanos nos percibimos mutuamente como paquetes completos de energía. Cada plano de nuestra aura, cada uno de nuestros cuerpos sutiles, responde a la correspondiente dimensión energética de otra persona. Y estas respuestas son emocionales. Mediante las atracciones gobernadas por el cuerpo emocional buscamos y somos buscados por aquellos con quienes tenemos asuntos pendientes de determinada existencia o, tal vez, de vida en vida: son quienes forman nuestro grupo kármico. Este grupo puede incluir o no a nuestra familia de origen, pero siempre incluye a las personas con quienes tenemos vínculos importantes, capaces de cambiarnos la vida.
EL EJERCICIO DEL LIBRE ALBEDRÍO
Así llegamos a la existencia en el plano físico con algo similar a una agenda, para la cual nos hemos preparado mediante experiencias anteriores en existencias previas. Esta agenda está expresada en nuestro medio y nuestro equipamiento físico, emocional y mental. En realidad, es durante el período entre dos encarnaciones cuando más ejercemos nuestro libre albedrío, pues entonces es cuando determinamos, con ayuda de nuestros Guías, las condiciones y las zonas de acentuación para nuestra próxima estancia en la Tierra. A lo largo de una existencia dada, cada una de nuestras elecciones disponibles existe dentro de estos parámetros previamente determinados, que resultan, a su vez, de la historia de nuestras encarnaciones pasadas. Debemos trabajar siempre con lo que hemos sido, según evolucionamos hacia lo que ansiamos ser.
RESONANCIA MORFOGENÉTICA Y CICLOS CURATIVOS
Cuando llega el momento de regresar al plano terrestre, el alma compone los cuerpos mental y emocional para la próxima encarnación, a partir de una materia que exprese las gradaciones vibratorias presentes en esos cuerpos al final de la última encarnación. Como es muy raro que no aprendamos algo de cada estancia aquí y como siempre llevamos con nosotros todo lo logrado, es seguro que evolucionaremos en vez de involucionar. Lo que ha mejorado tiene sus componentes energéticos en esos cuerpos emocional y mental, así como todo lo que permanecía bloqueado o distorsionado en el momento de la muerte. Una vez más, la situación se parece a una escuela. Todo lo que ya hemos aprendido forma automáticamente parte de nosotros y debemos concentrarnos en lo que debemos aprender a continuación. Literalmente, corporizamos nuestras lecciones siguientes, pues todo lo que debe curar en lo pasado tiene su equivalente energético en uno u otro de nuestros cuerpos presentes. Más aun: todo lo que siga distorsionado en nosotros atraerá más de lo mismo. Esto ocurre porque los campos de energía similares se atraen entre sí, mediante un principio que Rupert Sheldrake llamó “resonancia morfogenética”.
Para expresar esto de otro modo: atraemos a nuestro karma y nuestro karma nos atrae. Automáticamente las personas, los hechos y las circunstancias que se adecuen o reflejen nuestras distorsiones, se ven atraídas hacia nuestro campo energético y, de ese modo, dan forma a nuestra experiencia de vida. Mediante esas transacciones, llamadas “ciclos de curación”, se nos brinda la oportunidad de mejorar o, si resistimos, de empeorar.
CÓMO FUNCIONAN LOS CICLOS DE CURACIÓN
Ya mejoremos, ya empeoremos, cada una de esas transacciones constituye un ciclo de curación, pues nos impulsa a través de nuestra distorsión. Y el entrar más profundamente en la distorsión aumenta la posibilidad de que terminemos por rendirnos y emerger.
En el caso de Jerry, cada nuevo intento de entablar una relación física daba origen a otro ciclo de curación, porque cada fracaso hacía más probable que, tarde o temprano, tuviera que rendirse e iniciar el proceso de curación En realidad, Jerry no podía escoger entre curarse o no; sólo podía escoger cuándo hacerlo.
Esto vale para todos nosotros. Durante una encarnación, la vida es como un tren sobre sus vías. Podemos decidir cuándo detenernos, dónde y por cuánto tiempo. Hasta podemos optar por retroceder. Pero el rumbo que tomará nuestro viaje está fijado. La única cuestión verdadera es con qué celeridad llegaremos a destino.
Resistirnos a la curación es una de las pocas opciones importantes de libre albedrío que tenemos en una encarnación. Mientras resistamos, la distorsión o el bloqueo seguirán creciendo, pues acumula más y más energía ligada con más y más experiencia. Con el correr del tiempo (esto requiere a veces vidas enteras, pero el alma cuenta con toda la eternidad) el mismo peso o masa de la distorsión llega a aplicar presión suficiente para obligar a un cambio. Por fin quedamos exhaustos y nos derrota nuestra obsesión por el dinero, los bienes materiales, el poder, la fama, el orgullo, la vanidad, la pacatería, la victimación o lo que sea. Como Jerry, al derrumbarnos bajo el peso de la obsesión o el engaño nos vemos paradójicamente devueltos a la integridad, una vez que nos reconocemos derrotados.
Encarnamos en el plano terrestre a fin de expandir nuestra conciencia. Esto se produce mediante muchas experiencias a lo largo de muchas vidas. Lo cierto es que todos sufrimos maltrato, sexual y de cualquier otra clase, en algún punto de nuestro propio desarrollo evolutivo… y cada uno, a su vez, inflige esos mismos maltratos. En último término, para cada uno es necesario, en el desarrollo de su propia conciencia, experimentarlo todo. Nuestra larga serie de encarnaciones físicas no se inicia con una conciencia desarrollada, dedicada a los principios humanos más elevados. Debemos forjarnos el camino a lo largo de muchas encarnaciones, antes de que el cuerpo y la personalidad se conviertan, por fin, en las herramientas disciplinadas y bien dispuestas de la mente superior o alma, antes de que podamos emplearlos a conciencia para ayudar al prójimo.
El viaje es largo. Al principio, los instintos animales, los impulsos y apetitos gobiernan nuestra existencia. Aunque en esta primera etapa podemos infligir un gran daño, aún no somos realmente capaces de malignidad, no más que el león cuando acecha a su presa. Como el león, nos limitamos a seguir nuestra naturaleza animal. Pero al reunir una experiencia mayor aprendemos, crecemos, se desarrolla nuestra conciencia y lo mismo ocurre con nuestra posibilidad de elegir.
En un sentido espiritual, la principal diferencia entre el reino animal y el nuestro es nuestra capacidad, mucho mayor y en constante desarrollo, de elegir en forma consciente. Sin embargo, esta capacidad no evoluciona ni se desarrolla por igual entre todos los miembros de la especie humana al mismo tiempo. Iniciamos nuestro ciclo evolutivo en diferentes tiempos y progresamos a diferente velocidad. Pero mientras cada uno de nosotros no esté lo suficientemente avanzado, los instintos y los impulsos de nuestro cuerpo, actuando como los de cualquier animal, efectuarán muchas de estas elecciones en nuestro nombre.
Cierta vez tuve un paciente cuya conducta impulsiva y agresiva le había causado problemas con la policía. Ahora le esperaba la cárcel: mientras bebía en un bar empujó a un hombre que, al caer, se golpeó la cabeza y murió. Mi joven paciente tenía mucha más fuerza bruta que la que podían manejar sin peligro sus emociones primitivas y su poco desarrollado intelecto. Libre de malicia, pero completamente sometido al vaivén de los apetitos físicos y los impulsos emocionales, era obviamente lo que se denomina “alma joven”, y luchaba por aprender los principios más básicos del autodominio. Aun cuando sus actos provocaran la muerte de una persona, como el Jenny de Steinbeck en Of Mice and Men, no irradiaba maldad, sino una especie de desventurada inocencia infantil.
Todos nos iniciamos como “almas jóvenes”; al frente se extiende el largo viaje hacia una plena conciencia humana. Esotéricamente se nos conoce, en esta temprana etapa, como “humanidad infantil”. Al igual que los niños, estamos en las primeras etapas del desarrollo físico, emocional y mental. También como ellos, nuestras primeras exploraciones del mundo físico se ven limitadas, en gran medida, por el grado de dolor que podamos tolerar en nuestro propio cuerpo. Nuestra capacidad de empatía se va desarrollando, a lo largo de milenios de sufrir e infligir sufrimiento, por turnos. Hasta que se desarrolla esa capacidad, lo único que nos impide hacer daño a otros es la posibilidad del castigo. Como los niños que van madurando, debemos evolucionar en conciencia hasta que las restricciones de nuestra conducta sean más internas que externas.
Los niños suelen ser crueles entre sí y para con animales e insectos, a menos que sean sometidos a restricciones o reciban una cuidadosa enseñanza; pero el motivo real es que están progresando por una temprana etapa de desarrollo en su propia evolución de conciencia. Lo que parece expresión de crueldad a la conciencia madura de un adulto es, en muchos niños, simple curiosidad no entibiada por la compasión. Es interesante apuntar que John Muir y Joseph Word Krutch, dos grandes naturalistas, citan en sus autobiografías que en su niñez solían tratar con crueldad a los animales.
Hacia los veintiún años, en general, somos lo bastante maduros como para expresar el nivel de conciencia que nos han impartido las experiencias de vidas previas, cualquiera sea. Este nivel de conciencia varía mucho entre un individuo y oro, según lo que haya sido alcanzado durante las encarnaciones previas. Por ejemplo: la consideración de un individuo por la soberanía física, emocional y mental de otro ser humano no se puede inculcar, simplemente, mediante una educación que ponga énfasis en los conceptos humanitarios. La misma palabra “educación”deriva de educere, traer a la superficie algo que ya está allí. A menos que la persona haya alcanzado ya esa capacidad de respeto, a través de las experiencias de otras vidas, la educación no puede despertarla.
CÓMO DISEÑAMOS UNA ENCARNACIÓN
Toda encarnación tiene raíces en lo que ha sucedido en el pasado, pero sobre todo en el episodio inmediatamente anterior en la vida terrestre. A través de nuestras incontables encarnaciones tempranas, el principal propósito de nuestra existencia aquí es acumular experiencia del plano físico. Más adelante asumimos encarnaciones a fin de comprender y, en caso necesario, curar lo que se ha experimentado,
Cada vez que, al morir, abandonamos el cuerpo físico, se produce una revisión de la vida recién terminada. Aquellos que han sufrido experiencias de muerte momentánea describen esta revisión de la vida como un repaso objetivo, libre de los dictados de la personalidad. De esta manera, podemos identificar con la ayuda de nuestros Guías, que generalmente son nuestras propias encarnaciones terminadas actuando bajo la dirección de nuestra alma, aquello q lo que más deberemos dedicarnos a continuación. Se nos ayuda a aislar los tres factores condicionantes principales que definirán la esencia de nuestra encarnación siguiente. Establecemos las circunstancias necesarias para la próxima misión y concebimos el diseño del vehículo físico, astral y mental con el cual la ejecutaremos. Esto es como decidir, al terminar un año lectivo, qué cursos elegiremos cuando volvamos a los estudios y a asegurarnos de disponer el equipo necesario.
El primero de estos factores condicionantes es la naturaleza del ambiente físico en el cual encarnaremos a continuación. Todos reconoce os que la cultura general, el medio social y la posición, las aficiones y las actividades de la familia en la que nacemos ejercen una poderosa influencia sobre nuestro desarrollo. También, si entendemos que este campo de experiencia se eligen antes de la encarnación, porque proporciona el fundamente requerido para las tareas que nos hemos fijado, comprenderemos que no hemos sido víctimas ni favoritos del Destino. Por lo contrario, estamos en el medio requerido para dirigirnos hacia las metas de esta encarnación.
El segundo factor determinante es el grado de refinamiento y los puntos fuertes y débiles del cuerpo físico. Esotéricamente se enseña que el factor más kármico de toda encarnación es el cuerpo físico y la parte más kármica del cuerpo físico, su sistema nervioso. Elegimos el cuerpo que se adecue mejor al trabajo de cada vida. El sistema nervioso de cada uno, que nos hace interpretar el mundo de un modo propio y característico, estructura profundamente cada una de nuestras experiencias y, por lo tanto, nuestra visión general de la vida. Las habilidades naturales determinan nuestra línea de menor resistencia, llevándonos a acentuar las actividades y aficiones que nos resultan fáciles, mientras que nuestros puntos débiles impiden otras empresas.
El tercer factor es la composición del cuerpo astral o emocional, que determina qué y quién va a atraernos y, al mismo tiempo, a qué y a quién atraeremos. Este cuerpo emocional se vincula con nuestras percepciones del mundo que nos rodea mediante el sistema nervioso. Los sentidos físicos del tacto, el gusto, el olfato, el oído y la vista interpretan el medio de un modo condicionado y teñido por el cuerpo emocional.
De la misma manera que el cuerpo emocional afecta, por vía del sistema nervioso, el modo en que experimentamos cada dimensión del medio, a su vez el medio se ve afectado por cada dimensión de nuestro ser en su totalidad. Aunque no tengamos conciencia del hecho, los seres humanos nos percibimos mutuamente como paquetes completos de energía. Cada plano de nuestra aura, cada uno de nuestros cuerpos sutiles, responde a la correspondiente dimensión energética de otra persona. Y estas respuestas son emocionales. Mediante las atracciones gobernadas por el cuerpo emocional buscamos y somos buscados por aquellos con quienes tenemos asuntos pendientes de determinada existencia o, tal vez, de vida en vida: son quienes forman nuestro grupo kármico. Este grupo puede incluir o no a nuestra familia de origen, pero siempre incluye a las personas con quienes tenemos vínculos importantes, capaces de cambiarnos la vida.
EL EJERCICIO DEL LIBRE ALBEDRÍO
Así llegamos a la existencia en el plano físico con algo similar a una agenda, para la cual nos hemos preparado mediante experiencias anteriores en existencias previas. Esta agenda está expresada en nuestro medio y nuestro equipamiento físico, emocional y mental. En realidad, es durante el período entre dos encarnaciones cuando más ejercemos nuestro libre albedrío, pues entonces es cuando determinamos, con ayuda de nuestros Guías, las condiciones y las zonas de acentuación para nuestra próxima estancia en la Tierra. A lo largo de una existencia dada, cada una de nuestras elecciones disponibles existe dentro de estos parámetros previamente determinados, que resultan, a su vez, de la historia de nuestras encarnaciones pasadas. Debemos trabajar siempre con lo que hemos sido, según evolucionamos hacia lo que ansiamos ser.
RESONANCIA MORFOGENÉTICA Y CICLOS CURATIVOS
Cuando llega el momento de regresar al plano terrestre, el alma compone los cuerpos mental y emocional para la próxima encarnación, a partir de una materia que exprese las gradaciones vibratorias presentes en esos cuerpos al final de la última encarnación. Como es muy raro que no aprendamos algo de cada estancia aquí y como siempre llevamos con nosotros todo lo logrado, es seguro que evolucionaremos en vez de involucionar. Lo que ha mejorado tiene sus componentes energéticos en esos cuerpos emocional y mental, así como todo lo que permanecía bloqueado o distorsionado en el momento de la muerte. Una vez más, la situación se parece a una escuela. Todo lo que ya hemos aprendido forma automáticamente parte de nosotros y debemos concentrarnos en lo que debemos aprender a continuación. Literalmente, corporizamos nuestras lecciones siguientes, pues todo lo que debe curar en lo pasado tiene su equivalente energético en uno u otro de nuestros cuerpos presentes. Más aun: todo lo que siga distorsionado en nosotros atraerá más de lo mismo. Esto ocurre porque los campos de energía similares se atraen entre sí, mediante un principio que Rupert Sheldrake llamó “resonancia morfogenética”.
Para expresar esto de otro modo: atraemos a nuestro karma y nuestro karma nos atrae. Automáticamente las personas, los hechos y las circunstancias que se adecuen o reflejen nuestras distorsiones, se ven atraídas hacia nuestro campo energético y, de ese modo, dan forma a nuestra experiencia de vida. Mediante esas transacciones, llamadas “ciclos de curación”, se nos brinda la oportunidad de mejorar o, si resistimos, de empeorar.
CÓMO FUNCIONAN LOS CICLOS DE CURACIÓN
Ya mejoremos, ya empeoremos, cada una de esas transacciones constituye un ciclo de curación, pues nos impulsa a través de nuestra distorsión. Y el entrar más profundamente en la distorsión aumenta la posibilidad de que terminemos por rendirnos y emerger.
En el caso de Jerry, cada nuevo intento de entablar una relación física daba origen a otro ciclo de curación, porque cada fracaso hacía más probable que, tarde o temprano, tuviera que rendirse e iniciar el proceso de curación En realidad, Jerry no podía escoger entre curarse o no; sólo podía escoger cuándo hacerlo.
Esto vale para todos nosotros. Durante una encarnación, la vida es como un tren sobre sus vías. Podemos decidir cuándo detenernos, dónde y por cuánto tiempo. Hasta podemos optar por retroceder. Pero el rumbo que tomará nuestro viaje está fijado. La única cuestión verdadera es con qué celeridad llegaremos a destino.
Resistirnos a la curación es una de las pocas opciones importantes de libre albedrío que tenemos en una encarnación. Mientras resistamos, la distorsión o el bloqueo seguirán creciendo, pues acumula más y más energía ligada con más y más experiencia. Con el correr del tiempo (esto requiere a veces vidas enteras, pero el alma cuenta con toda la eternidad) el mismo peso o masa de la distorsión llega a aplicar presión suficiente para obligar a un cambio. Por fin quedamos exhaustos y nos derrota nuestra obsesión por el dinero, los bienes materiales, el poder, la fama, el orgullo, la vanidad, la pacatería, la victimación o lo que sea. Como Jerry, al derrumbarnos bajo el peso de la obsesión o el engaño nos vemos paradójicamente devueltos a la integridad, una vez que nos reconocemos derrotados.
Re: ¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 3 (parte 2)
LA PERSONA QUE ME LO ENVIO ESTA TODAVIA ASOMBRADA DE LO OCURRIDO, YA QUE ELLA DICE QUE LO HIZO POR HACERLO Y QUE PIDIO ALGO QUE CREIA CASI IMPOSIBLE DE LOGRAR PROBEMOS. * Para ti mismo di el nombre de la unica persona del sexo opuesto con quien quieras estar (tres veces...)... * Piensa en algo que quieras lograr dentro de la proxima semana y repitelo para ti mismo(a) (seis veces)... * Piensa en algo que quieras que pase entre tu y la persona especial (que dijiste en el no. 1) y dilo a ti mismo/a (doce veces)... * Ahora haz un ultimo y final deseo acerca del deseo que escogiste. * Despues de leer esto tienes 1 hora para mandarlo a 15 temas y lo que pediste se te hara realidad en 1 semana. A la mayor cantidad de gente a quien lo mandes mas fuerte se hara tu deseo. Si tu escoges ignorar esta carta lo contrario del deseo te sucedera, o esto no sucedera jamas.............. Que tus días estén llenos de logros y tus noches de sueños copia y pega esto en 15 o + temas
Mirna- Cantidad de envíos : 29
Puntos : 31
Reputación : 0
Fecha de inscripción : 20/05/2013
Temas similares
» ¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 3 (parte 3)
» ¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 3 (parte 4)
» ¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 1
» ¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 2
» ¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 3
» ¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 3 (parte 4)
» ¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 1
» ¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 2
» ¿Por qué a mi, por que ésto, por qué ahora?, de Robin Norwood - Capítulo 3
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.