Capricornio, la Cabra (del 22 de Diciembre al 20 de Enero) COMO RECONOCERLO (I)
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Capricornio, la Cabra (del 22 de Diciembre al 20 de Enero) COMO RECONOCERLO (I)
Habla en francés cuando no puedas
recordar como se dice en inglés una cosa...
Camina con las puntas de los pies hacia afuera...
¡y recuerda quien eres!
-Está usted viejo, Padre Guillermo -dijo el muchacho-,
y el pelo se le ha puesto todo blanco;
y sin embargo está siempre cabeza abajo...
...Cree usted que, a su edad, eso está bien?
Entender el carácter de Capricornio es cualquier cosa, menos fácil. Aprenderás a reconocer este signo, pero necesitarás antes alguna práctica. Estudia a esa silenciosa araña que está en el rincón, y que nada puede contra los insectos que vuelan rápidamente; pero son ellos los que quedan atrapados en la tela pulcramente tejida... y la araña gana. Recuerda la morosa tortuga de Esopo, que se arrastraba caprichosamente en aquella carrera, sin tener la más remota probabilidad de triunfar sobre la veloz liebre. Pero la liebre veloz se desvía en todas direcciones, se olvida de la meta... y la tortuga gana. Observa a la cabra que va escalando la ladera de la montaña. No tiene nada que hacer ante la estrategia de los humanos, más inteligentes, que la persiguen. Pero sus perseguidores van quedándose atrás mientras la cabra porfiada trepa decididamente, de rendija en rendija, con sus pezuñas especialmente diseñadas... y la cabra gana.
Ahora, estudia a Capricornio. ¿Dónde lo encontrarás? Casi en cualquier parte donde tenga oportunidad de progreso o de mejora. En cualquier parte donde pueda avanzar y sacar adelante sus ambiciones secretas. Prueba en una reunión social. Capricornio no es alegre concurrente a fiestas, pero la Cabra que estudiamos no es solo trepadora de montañas: es trepadora social. Elige un grupo mixto, y, preferentemente, uno en el que el nivel de ingresos sea alto. También puedes ensayar con un grupo que tiene ingresos de tipo medio, pero cuanto mas desciendas a partir de eso, tanto menores serán tus probabilidades de encontrar un Capricornio. Posiblemente no lo encontrarás con la pantalla de la lámpara puesta a modo de sombrero, ni haciendo una exhibición de zapateo, ni llamando ninguna manera la atención sobre si; será más bien el espectador admirado de la última fila. Es posible que ni siquiera adviertas al principio, mientras él observa, calmo y silencioso a las personalidades resplandecientes, encantadoras, agresivas y brillantes que le rodean. Cualquiera del grupo te dará la impresión de estar mejor equipado que él para la carrera, sea cual fuere la carrera. Muchos de ellos fanfarronean, otros tienen miedo, pero todos parecen tan preparados, tan pulidos, que no da la impresión de que Capricornio tenga nada que hacer frente a ellos. Si, pero les ganará.
Hace un par de años fui a visitar la librería de un astrólogo neoyorquino. Mientras yo desparramaba generosamente mis perlas de sabiduría, y le daba consejos -que él no me había pedido- sobre los libros que debería tener y discutía con él temas astrológicos, me enteré de que era Capricornio, y él se enteró de que yo era Aries. Muy ufana, adiviné correctamente su ascendente, hablé y me moví con soltura, en una palabra, parecía que yo llenaba la escena. Antes de que yo me fuera, él me dedicó una sonrisa, dulce y encantadora, y -con su fascinante acento húngaro- me dijo una cosa rara. “La Cabra le ganará al Carnero. Lo dijo como a la ligera, pero con mucha seriedad. Al salir de la librería, me reí para mis adentros. “Qué engreído -pensé-. ¿Quién podrá superar a un doble Aries?” Pero, ¿sabéis? Cuando yo no puedo encontrar algunos libros que necesito, y que están agotados desde que Noe construyó el arca, ahí aparece con ellos el Capricornio. Poco a poco, me he visto obligada a rendir respetuoso homenaje a su superioridad, y aquí me tenéis, reconociendo a su signo solar cualidades que yo le envidio, pero que no poseo. Es lo que dije: Capricornio gana.
Otra confesión. Como Aries que soy, me enferma aceptar directrices. Ningún escritor Aries aguanta que alguien corrija su trabajo. Últimamente, me hicieron la sugerencia de que una correctora Capricornio revisara algunas cosas que yo había escrito. Me sentí ofendida y, aunque exteriormente me mostré de acuerdo, en mi fuero íntimo decidí que no le permitiría cambiar una sola palabra del fruto de mi genio; me limitaría a fingir que estaba de acuerdo. Ella hizo sus sugerencias de manera tranquila, tímida casi, y bien a pesar mío vi con total claridad que eran inteligentísimas. ¿Cómo no se me había ocurrido a mi misma cortar esa frase y cambiar esa palabra? Después de haber seguido -a regañadientes- sus instrucciones al pie de la letra, la redacción quedó mejorada de manera dolorosamente obvia. Capricornio volvió a ganar.
Finalmente, pese a mi agresiva mentalidad ariana, decidí que de nada sirve pelear con ellos, y lo mejor será que tú llegues a la misma conclusión. Pobre del vendedor entusiasta que, al hacer una estimación de su cliente Capricornio, piensa que a ese tonto puede venderle el puente de Brooklyn. Tiene mucho que aprender.
Como la Cabra se confunde tan discretamente con el grupo, mimetizándose inconscientemente con el fondo, no siempre es fácil reconocer las características físicas de este signo solar. Capricornio puede ser macizo y musculoso, pero también nervioso y delgado o regordete y blando. Pero sea cual fuere la configuración de su cuerpo, la Cabra dará la impresión de estar arraigada en su sitio, hasta que se decida a cambiar de lugar. Generalmente, la gente de Saturno tiene el pelo lacio, fino y negro, ojos azules, pero estúdialos con atención. Sinceramente, ¿no dan en realidad la impresión de que deberían haber nacido con la piel, el pelo y los ojos oscuros? Es una afirmación arriesgada, pero cierta. Toma a Marlene Dietrich, por ejemplo: cutis de porcelana de Dresde, ojos verdes, pelo rubio como el trigo. Vuelve a mirarla; observa la tranquila deliberación de sus acciones, escucha su voz gutural y profunda. Recuerda su legendaria habilidad para los negocios y su terrenal ambición. ¿No son, todas estas, condiciones más acordes con la imagen de una mujer morena? Si tienes presente esta sutileza, jamás te dejarás engañar por la apariencia de un Capricornio.
La personalidad saturnina está siempre rodeada por una tenue irradiación de gravedad y melancolía. Ninguno de estos nativos escapa por completo a la influencia saturnina y a su impronta de disciplina severa y abnegación. Suelen ser de pies fuertes, y les gustan los zapatos prácticos. Tienen gran habilidad manual, su voz es suave y sedante, y probablemente encontrarás en ellos una gentileza halagadora y persuasiva. Capricornio puede parecer tan inofensivo como una almohada de plumas, pero es resistente como una armadura. Trabaja persistentemente, sin pausa, y se las arreglan para digerir insultos, presiones, decepciones y obligaciones con tanta calma como la cabra digiere latas oxidadas, vidrios rotos y cartones. Como ella, tiene el estómago de hierro, y sus cuernos son peligrosos. Mientras los extravertidos alegres y sonrientes dilapidan sus energías en todas direcciones, Capricornio jamás se desvía un centímetro a derecha ni a izquierda. Sigue tercamente su senda hacia arriba, con una fe innata en la seguridad de los caminos bien trillados, y desdeñando los seductores atajos que -la Cabra bien lo sabe- están llenos de peligros.
Sienten una gran admiración por quienes han subido antes que ellos a la cima de la montaña y han establecido las normas del viaje. Son los cortejantes del éxito; respetan la autoridad y honran la tradición. Hay muchas personas enérgicas e impulsivas que les tachan de esnobs y de engreídos. A su vez, la Cabra puede considerar temerarios y tontos a sus críticos, pero por lo general es demasiado prudente para hacerse enemigos innecesariamente. Los saturninos se someten, asienten, se adaptan. ¿O simplemente dan la impresión de hacerlo? Capricornio deja que los demás se le adelanten, pero suele ser él quien llega primero, contra toda lógica. Trata de evitar los obstáculos, las rocas cortantes. No puede resultar asombroso que rara vez tropiece, puesto que no lleva los ojos clavados en las estrellas. Su mirada se dirige hacia delante y afirma firmemente los pies en el suelo. Celos, pasiones, impulsos, enojos, frivolidades, despilfarro, haraganería y descuido son obstáculos; que sean otros quienes tropiecen con ellos y se caigan. Capricornio no. Él puede echar un rápido vistazo hacia atrás, compadeciéndose de los caídos, o agradeciéndoles el consejo y la ayuda que antes le prestaron, pero no tardará en seguir subiendo sin prisa y sin pausa hasta llegar a la meta.
Entre ellos hay algunos que son deliciosamente románticos, que entienden la extraña luz de la Luna y los colores gloriosos de las alas de una mariposa; pero no dejarán que sus emociones les impidan ver los hechos, si son saturninos típicos. Si Capricornio escribe un hermoso poema, lleno de imaginación y de ilusiones, el tema será concreto y la puntuación impecable. Irá derecho al grano, sin que jamás su sentimiento se derrame por los bordes. Si quieres ganarte el respeto de la Cabra, no desafíes las convenciones. Hasta los más osados de este signo, que constituyen la excepción, observarán por lo menos las exigencias externas que impone la convivencia social. Las escenas en público y los incontrolados estallidos pasionales les hacen sentir incómodos.
recordar como se dice en inglés una cosa...
Camina con las puntas de los pies hacia afuera...
¡y recuerda quien eres!
-Está usted viejo, Padre Guillermo -dijo el muchacho-,
y el pelo se le ha puesto todo blanco;
y sin embargo está siempre cabeza abajo...
...Cree usted que, a su edad, eso está bien?
Entender el carácter de Capricornio es cualquier cosa, menos fácil. Aprenderás a reconocer este signo, pero necesitarás antes alguna práctica. Estudia a esa silenciosa araña que está en el rincón, y que nada puede contra los insectos que vuelan rápidamente; pero son ellos los que quedan atrapados en la tela pulcramente tejida... y la araña gana. Recuerda la morosa tortuga de Esopo, que se arrastraba caprichosamente en aquella carrera, sin tener la más remota probabilidad de triunfar sobre la veloz liebre. Pero la liebre veloz se desvía en todas direcciones, se olvida de la meta... y la tortuga gana. Observa a la cabra que va escalando la ladera de la montaña. No tiene nada que hacer ante la estrategia de los humanos, más inteligentes, que la persiguen. Pero sus perseguidores van quedándose atrás mientras la cabra porfiada trepa decididamente, de rendija en rendija, con sus pezuñas especialmente diseñadas... y la cabra gana.
Ahora, estudia a Capricornio. ¿Dónde lo encontrarás? Casi en cualquier parte donde tenga oportunidad de progreso o de mejora. En cualquier parte donde pueda avanzar y sacar adelante sus ambiciones secretas. Prueba en una reunión social. Capricornio no es alegre concurrente a fiestas, pero la Cabra que estudiamos no es solo trepadora de montañas: es trepadora social. Elige un grupo mixto, y, preferentemente, uno en el que el nivel de ingresos sea alto. También puedes ensayar con un grupo que tiene ingresos de tipo medio, pero cuanto mas desciendas a partir de eso, tanto menores serán tus probabilidades de encontrar un Capricornio. Posiblemente no lo encontrarás con la pantalla de la lámpara puesta a modo de sombrero, ni haciendo una exhibición de zapateo, ni llamando ninguna manera la atención sobre si; será más bien el espectador admirado de la última fila. Es posible que ni siquiera adviertas al principio, mientras él observa, calmo y silencioso a las personalidades resplandecientes, encantadoras, agresivas y brillantes que le rodean. Cualquiera del grupo te dará la impresión de estar mejor equipado que él para la carrera, sea cual fuere la carrera. Muchos de ellos fanfarronean, otros tienen miedo, pero todos parecen tan preparados, tan pulidos, que no da la impresión de que Capricornio tenga nada que hacer frente a ellos. Si, pero les ganará.
Hace un par de años fui a visitar la librería de un astrólogo neoyorquino. Mientras yo desparramaba generosamente mis perlas de sabiduría, y le daba consejos -que él no me había pedido- sobre los libros que debería tener y discutía con él temas astrológicos, me enteré de que era Capricornio, y él se enteró de que yo era Aries. Muy ufana, adiviné correctamente su ascendente, hablé y me moví con soltura, en una palabra, parecía que yo llenaba la escena. Antes de que yo me fuera, él me dedicó una sonrisa, dulce y encantadora, y -con su fascinante acento húngaro- me dijo una cosa rara. “La Cabra le ganará al Carnero. Lo dijo como a la ligera, pero con mucha seriedad. Al salir de la librería, me reí para mis adentros. “Qué engreído -pensé-. ¿Quién podrá superar a un doble Aries?” Pero, ¿sabéis? Cuando yo no puedo encontrar algunos libros que necesito, y que están agotados desde que Noe construyó el arca, ahí aparece con ellos el Capricornio. Poco a poco, me he visto obligada a rendir respetuoso homenaje a su superioridad, y aquí me tenéis, reconociendo a su signo solar cualidades que yo le envidio, pero que no poseo. Es lo que dije: Capricornio gana.
Otra confesión. Como Aries que soy, me enferma aceptar directrices. Ningún escritor Aries aguanta que alguien corrija su trabajo. Últimamente, me hicieron la sugerencia de que una correctora Capricornio revisara algunas cosas que yo había escrito. Me sentí ofendida y, aunque exteriormente me mostré de acuerdo, en mi fuero íntimo decidí que no le permitiría cambiar una sola palabra del fruto de mi genio; me limitaría a fingir que estaba de acuerdo. Ella hizo sus sugerencias de manera tranquila, tímida casi, y bien a pesar mío vi con total claridad que eran inteligentísimas. ¿Cómo no se me había ocurrido a mi misma cortar esa frase y cambiar esa palabra? Después de haber seguido -a regañadientes- sus instrucciones al pie de la letra, la redacción quedó mejorada de manera dolorosamente obvia. Capricornio volvió a ganar.
Finalmente, pese a mi agresiva mentalidad ariana, decidí que de nada sirve pelear con ellos, y lo mejor será que tú llegues a la misma conclusión. Pobre del vendedor entusiasta que, al hacer una estimación de su cliente Capricornio, piensa que a ese tonto puede venderle el puente de Brooklyn. Tiene mucho que aprender.
Como la Cabra se confunde tan discretamente con el grupo, mimetizándose inconscientemente con el fondo, no siempre es fácil reconocer las características físicas de este signo solar. Capricornio puede ser macizo y musculoso, pero también nervioso y delgado o regordete y blando. Pero sea cual fuere la configuración de su cuerpo, la Cabra dará la impresión de estar arraigada en su sitio, hasta que se decida a cambiar de lugar. Generalmente, la gente de Saturno tiene el pelo lacio, fino y negro, ojos azules, pero estúdialos con atención. Sinceramente, ¿no dan en realidad la impresión de que deberían haber nacido con la piel, el pelo y los ojos oscuros? Es una afirmación arriesgada, pero cierta. Toma a Marlene Dietrich, por ejemplo: cutis de porcelana de Dresde, ojos verdes, pelo rubio como el trigo. Vuelve a mirarla; observa la tranquila deliberación de sus acciones, escucha su voz gutural y profunda. Recuerda su legendaria habilidad para los negocios y su terrenal ambición. ¿No son, todas estas, condiciones más acordes con la imagen de una mujer morena? Si tienes presente esta sutileza, jamás te dejarás engañar por la apariencia de un Capricornio.
La personalidad saturnina está siempre rodeada por una tenue irradiación de gravedad y melancolía. Ninguno de estos nativos escapa por completo a la influencia saturnina y a su impronta de disciplina severa y abnegación. Suelen ser de pies fuertes, y les gustan los zapatos prácticos. Tienen gran habilidad manual, su voz es suave y sedante, y probablemente encontrarás en ellos una gentileza halagadora y persuasiva. Capricornio puede parecer tan inofensivo como una almohada de plumas, pero es resistente como una armadura. Trabaja persistentemente, sin pausa, y se las arreglan para digerir insultos, presiones, decepciones y obligaciones con tanta calma como la cabra digiere latas oxidadas, vidrios rotos y cartones. Como ella, tiene el estómago de hierro, y sus cuernos son peligrosos. Mientras los extravertidos alegres y sonrientes dilapidan sus energías en todas direcciones, Capricornio jamás se desvía un centímetro a derecha ni a izquierda. Sigue tercamente su senda hacia arriba, con una fe innata en la seguridad de los caminos bien trillados, y desdeñando los seductores atajos que -la Cabra bien lo sabe- están llenos de peligros.
Sienten una gran admiración por quienes han subido antes que ellos a la cima de la montaña y han establecido las normas del viaje. Son los cortejantes del éxito; respetan la autoridad y honran la tradición. Hay muchas personas enérgicas e impulsivas que les tachan de esnobs y de engreídos. A su vez, la Cabra puede considerar temerarios y tontos a sus críticos, pero por lo general es demasiado prudente para hacerse enemigos innecesariamente. Los saturninos se someten, asienten, se adaptan. ¿O simplemente dan la impresión de hacerlo? Capricornio deja que los demás se le adelanten, pero suele ser él quien llega primero, contra toda lógica. Trata de evitar los obstáculos, las rocas cortantes. No puede resultar asombroso que rara vez tropiece, puesto que no lleva los ojos clavados en las estrellas. Su mirada se dirige hacia delante y afirma firmemente los pies en el suelo. Celos, pasiones, impulsos, enojos, frivolidades, despilfarro, haraganería y descuido son obstáculos; que sean otros quienes tropiecen con ellos y se caigan. Capricornio no. Él puede echar un rápido vistazo hacia atrás, compadeciéndose de los caídos, o agradeciéndoles el consejo y la ayuda que antes le prestaron, pero no tardará en seguir subiendo sin prisa y sin pausa hasta llegar a la meta.
Entre ellos hay algunos que son deliciosamente románticos, que entienden la extraña luz de la Luna y los colores gloriosos de las alas de una mariposa; pero no dejarán que sus emociones les impidan ver los hechos, si son saturninos típicos. Si Capricornio escribe un hermoso poema, lleno de imaginación y de ilusiones, el tema será concreto y la puntuación impecable. Irá derecho al grano, sin que jamás su sentimiento se derrame por los bordes. Si quieres ganarte el respeto de la Cabra, no desafíes las convenciones. Hasta los más osados de este signo, que constituyen la excepción, observarán por lo menos las exigencias externas que impone la convivencia social. Las escenas en público y los incontrolados estallidos pasionales les hacen sentir incómodos.
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