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El hombre Geminis (I)

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Mensaje  Saradia Vie Ago 28, 2009 11:12 am

Podría contarte mis aventuras
empezando por las de esta mañana...

Por lo menos esta mañana,
al levantarme, sabía quien era,
pero creo que debo de haber cambiado
varias veces desde entonces.

Estar enamorada es algo que le da a una gran sensación de cálida seguridad. Es un consuelo celestial saber siempre que hay alguien cuando una lo necesita, que ya no hay por que seguir andando sola. Todas las dudas que conociste antes, lectora, se evaporan como el rocío... a menos, claro, que te hayas enamorado de un mercuriano, que puede reducir esa cálida “seguridad”. Con Géminis será mucho mas realista que si lo mandas a buscar el pan el lunes, no lo esperes de vuelta hasta el jueves. Nunca lo busques si no le ves venir, ni te le cuelgues de los faldones de la americana cuando quiera irse.

Una vez que te hayas adiestrado en la aceptación de su espíritu inquieto e impredecible, es posible que las cosas funcionen, pero no insistas en el “consuelo celestial de saber siempre que hay alguien cuando una lo necesita”. Probablemente jamás estés segura de cuando va a estar este hombre en ninguna parte, de modo que eso puede seguir manteniendo en ti algunas de las dudas que supuestamente se disipan con el romance. Es verdad que si estás enamorada de un Géminis no estarás sola. Eso, seguro que no. Tendrás por lo menos dos hombres que anden contigo... y los dos serán él. Ya sabes que nació bajo el signo de los Gemelos, pero en su caso, no se trata jamás de verdaderos gemelos, de mellizos idénticos. La naturaleza dual de Géminis combina dos personalidades completamente diferentes. Hasta podría ser que te vieras envuelta con uno de esos mercurianos que son trillizos o quintillizos, y en ese caso no te faltaría abundante compañía, ni siquiera cuando estuvieras sola con él.

El Géminis típico es el favorito de las amas de casa. Le gusta la gente; cuanta más gente hay, mas contento está. Es raro el mercuriano que no sea una perfecta delicia como conversador. Tiene un gusto exquisito, es pródigo en comentarios ingeniosos, y sus cumplidos son obras maestras de cálida sinceridad. Con su habitual e impecable dominio de los modales y su instinto social, es quien mantiene la fiesta, en más de un sentido.

¿Conoces ese juego que se llama la caza del tesoro, en que las parejas deben conseguir los objetos de una lista disparatada, como un pelo de la cabeza de una famosa estrella de cine y un trozo de secante que hay sobre el escritorio del jefe de policía, y en el que gana el premio la pareja que ha reunido mas cosas de la lista? Es la diversión favorita de Géminis, porque combina el mayor contacto posible con toda clase de gente con la mayor oportunidad posible de ir de un lugar a otro, y al mercuriano le encantan ambas cosas.

Si llegas a conocerlo en una reunión social donde él esté representando su fascinante acto de las personalidades múltiples, no tienes salvación: quedarás convencida de que es el hombre más atractivo, interesante e inteligente que hayas encontrado jamás. Eso, nadie podría discutírtelo; es probable que lo sea, y no es raro que tú estés excitada e impresionada. Pero antes de que por él te decidas a cambiar de apellido, asegúrate de que eres capaz de hacer frente a un destino incierto con un hombre cuyos caprichos pueden cambiar con el viento, y cuyas metas en la vida pueden ser completamente distintas antes de que hayáis terminado la luna de miel. “¿Es que me contradigo?”, escribió una vez el Géminis Walt Whitman, “...Contengo multitudes”. Lo supiera o no, estaba resumiendo en esas palabras la naturaleza de Mercurio.

Es posible que un día tu galán Géminis aparezca con un mono parlanchín encaramado en un hombro y te invite a ir a un circo de pulgas. Te traerá flores, perfume, un disco o un par de libros, y hasta posiblemente uno del que él es autor. Las horas pasarán en un soplo mientras tú gozas, feliz, en su cordialidad, te ríes de sus ingeniosos chistes y te derrites bajo su encanto cálido y alegre. Géminis te dirá “Te amo” de cien maneras diferentes, como no podría hacerlo nadie mas en el mundo.

Al día siguiente te llamará por teléfono para deshacer una cita sin ningún motivo aparente, y tú empezaras a imaginarte toda clase de cosas. ¿Hablaba en broma cuando dijo que te amaba? ¿Estará saliendo con alguna otra chica? ¿Tendrá algún problema? Es posible que tus temores tengan fundamento, pero también es posible que no lo tengan. Una semana después, Géminis reaparece, lleno de comentarios sarcásticos, malhumorado e irritable. Se mostrará impaciente, crítico y quisquilloso. Es posible que critique tus zapatos, tu lápiz de labios o tu gusto literario, y que esté carcomido por dudas sobre la posibilidad de que lleguéis a ser felices juntos. Claro que también es posible que se le vea hosco y preocupado, mentalmente distante, lejano. Y de nada sirve preguntarle por qué: no obtendrás ninguna respuesta coherente.

Si sobrevives a esa experiencia, al cabo de pocos días mas estarás visitando una galería de arte, un teatro, un museo o biblioteca con tu cortejante Géminis, absolutamente hipnotizada por sus conocimientos y por la amplitud de sus intereses. Le encontrarás excepcionalmente tierno, lleno de sueños frágiles como mariposas y de dulces esperanzas para el mañana. Entonces, te propondrá el matrimonio. Así, con la rapidez del relámpago. Y tú, olvidada de los truenos y de los nubarrones, y de toda la lluvia que ya viste caer, le contestarás que sí antes de que cambie de parecer y... ahí estás, comprometida con un enigma.

Sí, enigma he dicho. Si esperas otra cosa, digamos un hombre estable y paciente que se muestre siempre gentil contigo mientras el amor y la vida se desenvuelven con la calma de una góndola que se pasea por los románticos canales venecianos, entonces van en la misma dirección que una calesita: en círculo.

Bájate a toda prisa sin pensar que podías haberte ganado el anillo. No dejes que la música, ligera y alegre, te engatuse y te haga ir en pos de una escena pintada de colores que no son nunca los mismos, y en la que tan pronto puede aparecer un gris deprimente como un radiante amarillo o un sedante azul. Si eres una romántica incurable que pretende encontrar la armonía perfecta, corres algo más que cierto peligro.

Diga lo que diga el resto de su carta natal, si el Sol estaba en Géminis cuando el nació, este hombre no seguirá estando mañana donde está hoy, ni conservará de ayer ningún recuerdo perdurable. De una manera o de otra, cambiará. Es cierto que los cambios pueden ser siempre para mejorar, que es posible que apunte constantemente a metas más altas. Pero eso nunca podrás saberlo con certeza. Si tienes alma de jugadora, es posible que con él tengas suerte y te encuentres celebrando tus bodas de oro en medio de una gloriosa armonía mental y emocional. Pero los buenos jugadores saben cuales son las posibilidades antes de hacer su apuesta. Asegúrate de que tú las sabes. Dos raras excepciones a la inestabilidad geminiana son, aparentemente, el presidente Kennedy o la reina Victoria de Inglaterra. Sin embargo, no olvides que John Kennedy tuvo siempre múltiples intereses que cambiaban constantemente, y la reina Victoria (que por su posición planetaria se acercaba mucho a Tauro) introdujo muchos cambios importantes en las costumbres de su país. De todas maneras, entre nosotros no hay muchos que se casen con reyes, reinas o presidentes, a quienes las circunstancias han obligado a madurar y a adaptarse a una pauta establecida.

Un excelente ejemplo de la dualidad de expresión de Géminis es la confesión de una mujer que fue víctima de ella. El Mercurio era un productor cinematográfico y la mujer una famosa actriz, una morena nacida bajo el signo de Piscis. Después de un fin de semana que ella y otros signos pasaron como invitados en el yate de Géminis, y durante el cual el huésped se mostró con ella abiertamente insultante, grosero y distante, en forma alternativa, la actriz se sentía desalentada e intrigada.

No se que es lo que le pasa -comentó-. Supongo que me odia. Yo jamás le he hecho nada, y sin embargo casi no me ha dirigido la palabra durante todo el fin de semana. Ah, pero es que... vaya si ella le habrá hecho algo: había hecho que Géminis se enamorara de ella, y con la seriedad suficiente para que se casara con la actriz poco después del incidente. ¿Pero cómo reaccionó al tomar por primera vez conciencia del amor que sentía por ella? Como si su amada hubiera sido Lucrecia Borgia.

Es probable que esa experiencia no impida que las lectoras se zambullan en un romance con un hombre de Mercurio, pero tal vez les calme el dolor de las heridas a algunas chicas que hayan venido padeciendo la frialdad de un Géminis que está, casi con seguridad, perdidamente enamorado de ellas, pero que lo oculta cuidadosamente por sus propias e insondables razones. Géminis tiene una necesidad inconsciente de disfrazar sus verdaderas intenciones, de entablar con los otros una suerte de esgrima verbal y de encubrir sus motivos con acciones duales.

En general, buscarán confundirte. Después, con la característica incongruencia de Géminis, harán un giro de 180 grados y se mostrarán tan directos que te dejarán poco menos que sin aliento con su franqueza y brusquedad.

Con Géminis, el amor es fácil y divertido, siempre que no trates de aproximarte demasiado. Hay un núcleo íntimo que sólo le pertenece a él, que jamás compartirá con otro ser humano, ni siquiera contigo. Mantén las cosas calmas y no te muestres abiertamente apasionada ni dramática. No le aburras, interésale siempre, y tu romance con Géminis puede ser muy especial. No te rebeles contra su versatilidad; cambia con él. Mantente tan alerta, interesante tanto por la vida como él. De otra manera, tu amor podría no ser mas que... una de esas cosas. Mercurio busca, por encima de todo, una compañera mental, que esté a la altura de su ingenio, que incluso pueda superarle de vez en cuando, porque no es egoísta. Es muy realista y disfruta de los desafíos mentales. Lo último que quiere es un felpudo o una ratita aburrida. Deja que a través de tu imaginación femenina se trasluzca el cerebro, que eso no le asustará, como podría pasar con otros hombres. Le hará girar en la dirección debida: hacia ti.
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